Empiezan las obras del Coso y el tráfico ya está cortado en el centro de Zaragoza: "Si al final queda bonito, habrá que aguantarse”
El vallado y las señales de desvío ya están colocadas, mientras peatones y conductores intentan adaptarse a la nueva realidad

Pablo Ibáñez
La plaza San Miguel de Zaragoza ha amanecido hoy entre vallas y señales de desvío. A las 9.40 el equipo municipal ha dado comienzo oficialmente a las obras de reforma integral de la plaza San Miguel, en una primera fase de todo lo planteado por el Ayuntamiento de Zaragoza. Los próximos meses van a ser intensos.
El tráfico ya está cortado, incluido el carril bici y las líneas de autobús afectadas. Los inspectores de Avanza han sido los primeros en entrar en acción para suprimir las paradas. Los vehículos ya no pueden circular, salvo las excepciones para quien trabaja o habita en la zona.

EN IMÁGENES | Comienzan las obras en plaza San Miguel / Pablo Ibáñez
Pese a los cambios, el ambiente a primera hora ha sido de calma contenida: los conductores se adaptan, los peatones buscan por dónde cruzar y los comercios abren con resignación. Es el punto de partida de una transformación que se extenderá al menos seis meses.
“Han cortado la plaza San Miguel”. La frase se repite desde primera hora de la mañana de un lunes para el recuerdo. Para bien o para mal. Las quejas de algunos vecinos y comercios contrastan con la incertidumbre de otros e incluso con el optimismo de quien está convencido de que el cambio le hará bien a la zona. De momento, durante las primeras horas, el pesimismo reina. Conforme avancen las obras se verá quién ha estado más acertado.
“Esto va para largo, pero si al final queda bonito, habrá que aguantarse”, comentan resignados los vecinos, mientras miran por dónde van a cruzar. “Nos va a costar, pero ojalá sirva para mejorar el entorno”, se escucha entre otro grupo de curiosos.
La primera anécdota de la obra no ha hecho esperar. La lluvia ha trastocado los planes iniciales y los operarios municipales han tenido que emplearse a fondo para secar el asfalto y poder pintar las señales amarillas que anuncian desde el suelo que hay obras. Las obras del Coso y la plaza San Miguel han arrancado con una primera fase que durará seis meses y que obligará a cortar completamente el tráfico, incluido el carril bici y las líneas de autobús urbano.
La policía también ha tenido una intensa mañana, recogiendo las preguntas, y alguna queja, de transeúntes, repartidores, ciclistas y conductores. A la plaza ya no puede entrar ningún vehículo, solo los de los vecinos del número 12, que sí pueden acceder. El resto del tráfico está desviado.
Avanza ha dado el pistoletazo a las obras de la plaza San Miguel suprimiendo las paradas. “Las afecciones van a ser importantes, pero ha intentado minimizarlas al máximo. Los desvíos son los más cercanos posibles y al final se intenta hacer lo mejor para el usuario”, explica Álvaro, uno de sus inspectores. “El primer día los usuarios tienen más dudas y están un poco más perdidos. Son las primeras horas, después ya todo va mucho mejor. El segundo día ya funciona todo”, añade. Los desvíos de las líneas de bus y las paradas suprimidas pueden generar las quejas de los usuarios del autobús urbano. Ante esto, los conductores tienen toda la información de los cambios para que puedan ayudar en todo momento.
"O abro o abro, no me queda otra"
Para los residentes han comenzado los inconvenientes. “Nos han quitado la parada del bus escolar que recogía a mis dos hijos. A nosotros no nos afecta mucho más, pero sé que hay vecinos con problemas más serios”, apunta David, quien considera que la obra, a la larga, merece la pena: “Confío en que quede mucho mejor”.
Entre comercios y restaurantes también hay opiniones divididas. Casi todos coinciden en que la reforma será para bien. Sin embargo, las dudas no desaparecerán mientras duren las obras.
Ana Cristina, propietaria de El Caballo Blanco, augura un presente complicado: “Si cerramos el establecimiento nos dan 400 euros al mes. A mí no me da. Yo tengo siete empleados. O abro o abro. No me queda otra”, reconoce. Según explica, el abono es el mismo tengas un empleado o siete: “Y yo no puedo echar a seis personas a la calle”.

Ana Cristina, propietaria de El Caballo Blanco. / PABLO IBÁÑEZ
Considera que la obra era necesaria, “porque la gente solo ve lo que hay arriba y no sabe cómo están las tuberías y el subsuelo”, pero le hubiera gustado recibir más información: “Apenas nos han explicado nada. Somos negocios muy variados. Si vendes ropa te da igual que te corten el agua, pero necesitas tener luz. Sin agua, los bares no podemos atender a nuestros clientes. Espero que nos vayan adelantando estas cosas, que sepamos cuándo cortan los suministros y podamos avisar a nuestros clientes. Si no, va a ser todo una broma”, relata.
Adelantarse a los problemas
Ana Cristina va más allá: “Espero que si hay un problema con una tubería nos lo digan porque nos adentramos en fechas muy buenas para el negocio, con la Navidad a la vuelta de la esquina, con los grupos de amigos queriendo reservar. No puedo coger un grupo sin saber si voy a estar abierta en esa fecha”, manifiesta la propietaria de un establecimiento que ha abiertos sus puertas a los trabajadores de la obra: “He hablado con ellos y les vamos a hacer ofertas y permitir que accedan a los baños aunque no consuman nada. Entre trabajadores nos tenemos que ayudar”.
Inma, directora de Luzmarina Viajes, también entiende que la obra puede mejorar la zona. Sin embargo, tiene clara una cosa: “Si nos hubieran preguntado antes, hubiéramos dicho que no. Una vez que las obras han comenzado, me quedo con la parte positiva. Que saneen bien la plaza”. Lo que más le preocupa es el resultado final y el tiempo de duración de los trabajos: “De momento podemos tener la puerta abierta al público, pero entiendo que habrá un día que tengamos que cerrar. Al menos nosotros podemos trabajar con la persiana echada. Hay negocios más perjudicados”.

Inma, propietaria de Luzmarina Viajes / PABLO IBÁÑEZ
“Cuando hayan acabado, será maravilloso, pero ahora estamos preocupados”, apostilla por su parte Inmaculada, dependienta de la ortopedia Silvio. “Llega la campaña de Navidad y las ventas pueden bajar, y más teniendo una clientela un poco veterana. A ver cómo dejan los accesos para ellos”, termina.

Inmaculada, dependienta de Silvio. / PABLO IBÁÑEZ
Zaragoza, en definitiva, ha entrado en modo obras. Y los zaragozanos, una vez más, deberán armarse de paciencia.
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