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Los empleados del cementerio de Zaragoza, hasta arriba de faena: "Desde el viernes pasado no cerramos para comer"

El camposanto registra este viernes las primeras visitas de familiares

Zaragoza

Llega el final de octubre y con él el Día de Todos los Santos, fecha simbólica para los más y menos creyentes que van a rendir un homenaje a familiares y amigos que ya no están. En las inmediaciones del cementerio de Torrero de Zaragoza ya había movimiento este viernes, con muchas personas que, para evitar las aglomeraciones del sábado, optan por ir antes a dejar las flores.

También son días de mucho trabajo para floristas, trabajadores del camposanto o empleados que alquilar escaleras para poder llegar a los nichos más altos. En Flores Noemí, uno de los negocios en las inmediaciones de Torrero, están viviendo un no parar desde hace ya unos días. "La gente va a goteo, desde el miércoles pasado estamos que no paramos y ya hace una semana que no cerramos a la hora de comer", explica Laura Garralaga, trabajadora en este puesto.

Garralaga lleva trabajando desde hace 4 años en esta floristería y es la cuarta generación de su familia que trabaja en el negocio. "Ahora trabajo con mi madre, que lleva trabajando con mi abuela desde que tiene 18 años", quien dice que estuvo al frente del negocio hasta los 83 años.

Está siendo un viernes de "locura", perdiendo la cuenta de cuántos ramos se han podido llegar a vender. "Podemos estar hablando de miles. Las flores más vendidas son el clavel rojo blanco y la rosa, aunque la gente se empieza a modernizar y a comprar claveles azules o de otro color", subraya Garralaga.

Unos ramos expuestos en Flores Noemí, en el cementerio de Torrero de Zaragoza

Unos ramos expuestos en Flores Noemí, en el cementerio de Torrero de Zaragoza / Martín Vital

Entre los familiares que han acudido a Torrero este viernes está María Ángeles Hernández, quien ha ido con varios de sus familiares a decorar la tumba donde descansan su abuelo, abuela y sus primos. Se adelantan a la tradición, pero porque cuando "fallece lo que más quieres, tienes que venir el mismo día a honrarle", dice. En su caso fue un 31 de octubre de hace más de 30 años. "Es obligatorio, si no está mal. Llevamos todos los años sin fallar", relata emocionada, después de decorar su sepultura familiar con decenas de flores rojas para atraer "la buena suerte".

Toda una vida cerca de la muerte

Hay trabajadores de Torrero que han pasado casi toda una vida muy cerca de la muerte sepultando tumbas. Vicente Funcia acumula 35 años sellando y arreglando lápidas y nada es nuevo para él, que ya sabe que cuando se acerca el frío y sobre todo el mes de noviembre, todo descanso le va a "saber a poco". "Esta es una época de no parar, vamos siempre de un lado a otro y con mucha prisa", asegura el veterano.

Sin embargo, en la víspera de Todos los Santos llevar más o menos importa poco. Juan Martín lleva trabajando como operario del cementerio tan sólo tres meses y ya nota el cansancio desde hace algo más de una semana, cuando ya se empieza a ver a la gente. "Vamos de culo desde la semana pasada, al igual que todos los de aquí. La gente que trabaja por la zona se lo gana bien", dice. Se encargan de que todo el cementerio este "limpio, con las papeleras vacías y en buen estado para que pasee la gente", aunque no se lo han puesto nada fácil aquellos que entraron y vandalizaron casi 500 nichos del cementerio hace algo más de dos semanas. "Fue una putada, qué voy a decir. Nosotros nos encargamos de limpiar todo e ir avisando de lo que encontrábamos destrozado", explica Martín.

Joven portando una escalera en el cementerio de Torrero en Zaragoza

Joven portando una escalera en el cementerio de Torrero en Zaragoza / MIGUEL ANGEL GRACIA

Menos vistos son aquellos ciudadanos que en sus "días libres", como es el caso de Samuel, se ofrecen voluntarios para ayudar a los visitantes del cementerio a colocar las flores. "Lo he hecho otras veces en el último año e igual he atendido a 10 o 12 familias en un día", especifica el joven, quien saca su "lado más servicial" para amenizar el esfuerzo de aquellos ciudadanos que quieren ver a sus familiares difuntos a descansar en paz.

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