Miles de zaragozanos visitan a sus difuntos en el cementerio de Torrero: "¿Por qué a las buenas personas se las tienen que llevar antes?"

Miles de zaragozanos están visitando este sábado en el cementerio de Torrero a sus difuntos, familiares y amigos, seres queridos todos ellos, a quienes rezan, con quienes conversan y ante quienes evocan grandes recuerdos que compartieron juntos. Muy recientes tienen todos estos buenos momentos dos hermanas que visitan la tumba de su hijo y de su sobrino, fallecido hace solo unos meses en la ciudad. “No tenemos ni paz ni consuelo, pero necesitamos venir. Mañana haría 50 años, no fumaba ni bebía, lo suyo era la música, los libros… Era una persona encantadora, echaba una mano a cualquiera. ¿Por qué a las buenas personas se las tienen que llevar antes?”, se preguntaban estas dos mujeres.

Es el mismo pesar que se repite año tras año y día a día en el camposanto zaragozano, el de la pena y el de la nostalgia por quienes marcharon a otra vida. Pero, este año, la cita ha quedado empañada por “una matanza” que ha sufrido el cementerio, vilmente saqueado por tres vándalos que han profanado más de 500 tumbas para despojarlas de cristos y vírgenes. Las miradas, de hecho, se detienen frente a esas tumbas. Solo quedan los clavos. Y la rabia.

"No tiene nombre"

“A mi tío le ha tocado también la matanza que han hecho. No tiene nombre esto, los que están aquí no tienen culpa. Ya tendrán su castigo, la vida da mucha vueltas y lo que uno siembra, uno recoge”, cuenta un vecino de Zaragoza que visita a su padre, a tu tío y a su sobrina. “Intento pensar en los buenos recuerdos que he tenido con ellos. Muchas veces me he quedado hasta las nueve de la noche”, expone.

Los zaragozanos recuerdan a sus difuntos en el cementerio de Torrero de Zaragoza

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En una de estas manzanas, donde las lápidas incluso están partidas por la mitad, una familia de evangelistas visita a su hijo. Se han librado de milagro… pero este vandalismo no les resulta desconocido. “Hace años nos rompieron el cristal y se llevaron los adornos”, aseguran frente a la tumba del difunto. “Son recuerdos muy dolorosos. A veces te acuerdas y piensas que lo podríamos tener aquí. Tenemos tristeza en el cuerpo”, se sinceran en declaraciones a este diario.

A los más mayores les echa una mano José María Abadía, un joven de 23 años que, escalera en mano, va colocando las flores en las tumbas más elevadas. "A las personas mayores hay que ayudarles en todo lo que se pueda. Nosotros somos jóvenes y les ayudamos en lo que podemos", defiende este veinteañero zaragozano, quien ha aprovechado la jornada para visitar a sus abuelos, "para verlos y limpiarlos".

"Es un día triste"

Desde primera hora de la mañana, dos primas hermanas, “como hermanas” según admiten ellas mismas, están visitando a sus madres, a sus abuelos, a sus suegros y a sus tíos. “Es un día triste. Más que rezar me gusta hablar, como si me pudieran oír... es una sensación de que les visitas porque sino te falta algo. La mente humana y las emociones son así. Que descansen en paz, que tuvieron una vida dura pero también tuvieron momentos felices y en recuerdo de esos momentos felices seguimos viniendo”, coinciden estas dos primas.

Por esos momentos felices visita el cementerio un jubilado que añora ese “año y pico” de relación que mantuvo con una mujer después de enviudar de su esposa. “Vengo de ver una mujer a la que quise mucho. Recuerdo lo guapa que era y la buena pareja que hacíamos”, se emociona este señor. “Se me escapa alguna lágrima”, confiesa. A él y a muchos que este Día de Todos Los Santos arropan a sus difuntos.