Si los jugadores se emplean mañana en Los Carmenes con el mismo entusiasmo expuesto hoy por su entrenador en la rueda de prensa, el Real Zaragoza va ser un equipo muy triste o poco creíble frente al Granada De aquel Javier Aguirre que delante de los micrófonos salía airoso, sin despeinarse y con una sonrisa profidén, de tormentas y huracanes internos del club durante la semana anterior a un partido, queda la sombra. Hoy ha estado especialmente parco en palabras y explicaciones, intermitente, como queriendo huir de lo que se avecina, que no es ni más que menos que un once lastrado por lesiones, sanciones y las molestias de última hora de David Mateos que podrían dar la titularidad a Ramiro Mayor. Las seis jornadas consecutivas sin vencer también tienen mucho que ver en el rostro y las expresiones cada vez más hieráticas del entrenador. "Estadísticamente nos toca ganar". Con esa frase ha cerrado su intervención. Y se ha quedado tan ancho con una teoría sin pies ni cabeza.

El panorama, desde luego, no es para tirar cohetes, pero pese a que el rival venga en racha tras ganar en Bilbao, tararear una balada tan depresiva ante un compromiso como el de Granada resulta excesivo. Leo Franco, Meira y Da Silva se quedan en la enfermería, y Juan Carlos, Paredes y Juárez cumplen un partido de sanción. El parte de guerra es abundante y afecta a futbolistas habituales, aunque ningún aficionado se quemará a lo bonzo por esas bajas. Incluso es posible que alguno se anime ante una alineación por lo menos novedosa, en apariencia hasta fresca después de media docena de encuentros en los que se ha sumado un solo punto con los de siempre en el once.

Parece más penúltimo Aguirre que el equipo. Con Zuculini, Mateos o Ramiro, Lanzaro y Abraham en defensa, el Real Zaragoza, en principio, experimentará un cambio físico considerable. El Granada es un conjunto muy respetable, ahora mismo con más cuajo competitivo y táctico que el aragonés, pero su potencial ofensivo es el peor de la Liga en contraste con su magnífico rendimiento en la zona de atrás, el mejor después de Barcelona y Real Madrid.

De entrada el Vasco comentó la dolencia de Mateos y anunció una alineación que estaba cantada. "Roberto, Zuculini, Lanzaro, Mateos o Ramiro, Abraham, Ponzio, Micael, Barrera, Lafita, Luis García y Postiga". Repitió por enésima vez y sin derroche de fe que confía en la ilusión de los canteranos que han entrado en la lista por las urgencias, Joel y Kevin, y se congratuló de que Antonio Tomás se estrene por fin en una citación. Luego se entretuvo en Pintér como lejano opción de central de recambio y conversó casi para sí mismo sobre que el equipo "entrena los córners y la táctica, pero al final quien toma las decisiones son los jugadores...". Aguirre pidió "más regularidad". En nada de lo que dijo, como agotado de la rutina perdedora en la que se halla la escuadra aragonesa, se extendió más allá de lo necesario. Sí reconoció que Agapito Iglesias había hablado con los capitanes en La Romareda. "Me figuro que de sus cosas". Y punto.

"No hay pretexto para no ganar en Granada. Los jugadores conocen la situación y deben apelar al orgullo", subrayó el Vasco con voz fina. Del adversario comentó "su excelente racha, pero es uno de los diez o doce equipos que estamos al mismo nivel. Me parece que está muy bien trabajado y que dispone de una salida muy veloz a la contra incluso por los laterales, que poseen una gran profundidad". Se fue Aguirre a Granada lánguido, deshojando su destino sobre el delgado papel de una convocatoria que no le hace feliz. Es posible, por qué no, que estos chicos de la reserva le devuelvan la sonrisa profidén que ha perdido tras su triste balada.