La vicealcaldesa de Zaragoza, Luisa Broto, y el director del Servicio de Arquitectura, Ricardo Usón, presentaron ayer el proyecto de reforma del Albergue Municipal y la rehabilitación del antiguo cuartel de San Agustín, que acogerá el centro de Servicios Sociales de la Magdalena. El proyecto ha recibido una dotación de 3,3 millones de euros y las obras durarán en torno a 16 meses.

Según Broto, resulta fundamental «un cambio en el modelo de atención a los transeúntes y hacer de este un espacio mucho más digno, sobre todo para las personas sin hogar». Con la reforma, las infraestructuras serán más accesibles para personas con diversidad funcional y deberán ajustarse a la normativa vigente de prevención de riesgos, ya que, en palabras de Usón, se trata de una «modernización y mejora en la funcionalidad de este espacio, que se encuentra obsoleta para la actualidad».

El núcleo central de las reformas se encuentra en el antiguo cuartel de San Agustín, donde se emplazará el centro de Servicios Sociales de la Magdalena, hasta ahora ubicado en la calle Heroísmo y que cuenta con espacios pequeños e inadaptados para las personas con algún tipo de discapacidad. Tras las obras, la directora y los trabajadores sociales tendrán un despacho individual, y se dotará de un archivo con capacidad para 7.000 expedientes. El centro contará con espacios comunitarios abiertos al vecindario y será luminoso y sin barreras, con zonas de encuentro y adecuado para la atención de menores. En esta línea, el director del Servicio de Arquitectura destacó que «no se trata solo de trabajos de funcionalidad, sino también de rehabilitar un centro histórico».

El programa de actuación en el albergue se basa en dos puntos principales. El primero, la construcción de una nueva recepción, mucho más funcional. El segundo, la habilitación de dos salas en la zona baja del edificio, unas zonas comunes que, para Broto, «serán más amables y de uso compartido, también para los vecinos del barrio». No se trata de un incremento de las plazas, sino de una mejora en la calidad de los servicios prestados aunque, según explicó Usón, la distribución de los espacios planteada permitiría ampliar el aforo si fuese necesario en el futuro.

El principal problema que presenta este proyecto es que las instalaciones deben permanecer siempre abiertas, ya que no pueden dejar de prestar el servicio a los usuarios, por lo que el resto de reformas menores en el edificio se irán realizando progresivamente a lo largo de 2019 y 2020, una planta detrás de otra para que las instalaciones no tengan que cerrarse y se pueda dispensar la atención adecuada en todo momento.

De esta manera, se entraría en el nuevo modelo de atención al usuario que se persigue ya que, en palabras de Broto, «tener un techo no significa tener un hogar», y por ello se trata de «dignificar las infraestructuras para que estén más cerca de ser un hogar».