La pérdida de la exclusividad como medio de transporte público en Zaragoza le ha costado al autobús pasar de los 125,6 millones de usuarios que se contabilizaban en el 2007 a los 80,6 que registró el año pasado. Son 45 millones de viajeros menos en una década que dan buena cuenta del cambio tan significativo que ha experimentado la movilidad. Un tercio menos de los que transportaba hace diez años, aunque bien es cierto que en los últimos doce meses ha experimentado el descenso más acusado de esta etapa, disminuyendo en 7,3 millones el número de usos anuales. Por la huelga sufrida en los cuatro promeros meses del año, pero quizá no sea el único de sus males.

Las cifras del autobús en Zaragoza no escapan ni al descenso generalizado del uso del transporte público en todas las ciudades en los últimos años por la crisis económica ni, claramente, a la irrupción de la línea valdespartera-Parque Goya del tranvía, que le ha restado muchos de sus viajeros. Por ser un medio de más capacidad, más cómodo y rápido y más puntual, pero también porque su puesta en funcionamiento supuso un trasvase de usuarios y una reordenación de todas las líneas de bus. Sus cifras ya nunca volverán a ser las de hace diez años, pero de los 40 millones de usos que ha perdido, el tranvía solo ha logrado captar 27,9. Existe un balance negativo de 12 millones de desplazamientos que, obviamente no se pueden achacar a la huelga, o 5 si atendemos a los 87,9 millones de viajeros que cogieron un autobús en el 2015.

NO SOLO LA LÍNEA 1

El estreno del tranvía supuso para el autobús pasar de 107 millones de viajeros en el 2011 a 101,6 en el 2012. Pero al año siguiente ya fueron 91,42, en el 2014 pasaron a ser 88,34 y hace dos años esos 87,9. Cinco años de progresivo descenso que, para los detractores del tranvía, tendrían un claro culpable: la línea 1. Eso sería si no se atendiera a las cifra del 2009, por ejemplo, cuando habían 126,13 millones de viajeros en el bus, o los 137 contabilizados en el año 2008 de la Expo, récord histórico del bus y del transporte público en la capital aragonesa, o los más de 125 que había en el 2007 y 2006.

Algo más influirá. El precio tampoco se ha incrementado tanto en una década --lleva tres años congelado y con más bonificaciones que antes--, y menos comparado con otras grandes ciudades o con lo que han subido otros bienes y servicios de primera necesidad.

En el último año, el transporte público ha movido 108,5 millones de usuarios, 11 menos que en el 2015, que conjuga esos 7 menos del bus y los 400.000 viajeros más en la línea del tranvía, junto a los más de cuatro millones de viajeros que siguen moviendo las líneas de autobús que conectan con los barrios rurales, único indicador que se ha mantenido constante durante la última década. Una cifra que ha contribuido a mantener la escasa influencia que están teniendo los poco más de 300.000 que mueve el cercanías entre Miraflores y Casetas.

NUEVA CONTRATA

Con todo, las cifras globales del transporte público llevan años en claro descenso, aunque en 2015 y 2014 habían logrado remontar. Así, los 126,13 viajeros del 2009 --121,43 de ellos del urbano de TUZSA-- y los 125,6 del 2007, habían descendido notablemente, pero al menos ya no eran los 117,68 y 117,78 del 2012 y 2013, respectivamente. En este intervalo se acentuaba el tecer factor que ha influido en sus resultados: la nueva contrata y la reordenación de las líneas (reducción del número de kilómetros.

Así, los 101,6 millones de usuarios que movía el bus en el 2012 pasaron a ser 81,42 un año después, 10 menos. Aunque entonces se vendió como un logro que los hubiera captado el tranvía, al pasar de 12,04 a 22,36, en ese periodo en el que ampliaba su recorrido, de llegar solo hasta la plaza España a tener toda la línea completa funcionando en el eje norte sur atravesando el centro de la capital.

En este sentido, también es destacable la ralentización en el crecimiento del uso del tranvía, que en su primer año completo funcionando con el eje Valdespartera-Parque Goya al completo marcó un registro de 26,86 millones de usuarios y ahora, en el 2016, ha aumentado solo en 1,3 más, a 27,9. Un 3,8% de crecimiento a analizar cuando se debate sobre si hacer una segunda línea. Y sobre un cambio de hábitos que debería reflejarse en la revisión del plan de movilidad, que sigue pendiente.