POR ENRIQUE LAFUENTE

El salón del Hotel Zentro de Zaragoza se quedó pequeño el jueves para recibir a Miguel Ángel Berna como invitado de Mari Cruz Soriano al ciclo de entrevistas Charlas con valor que patrocinan Telefónica , La Caixa y Hoteles Silken. Con puntualidad espartana, chaqueta motera y su foulard fetiche acariciando una relajada sonrisa, se puso en manos de la periodista para recorrer cuatro décadas de escenarios y 25 años al frente de sus compañías. Recordando desde las adolescentes heridas en rodillas por mil y un festivales en pueblos hasta su evolución a un genuino estilo de danza engarzando mudéjares travesías de encuentros y amares, de templanza y rasmia, de su pasión actual por un Mediterráneo que nos hermana con Sicilia y Bizancio.

Berna estaba a gusto y desplegó su universo ante un público entregado. Entre ellos, Elena Martín y Pilar Sancerni, responsables de comunicación de La Caixa y Telefónica, Ina Trebolle, hermana del reconocido penalista, la presidenta de La Sabina, Pilar Pastor, Corita Viamonte, o el alcalde de Aldehuela de Liestos, Arcadio Muñoz, cinéfilo impulsor de la Filmoteca de Daroca que recordó su magistral colaboración con Saura para la Expo.

La tarde prometía sorpresas. Como la intervención de Manuela Adamo, mujer y colaboradora artística del maestro, quien lleva años estudiando la estrecha relación entre la pizzica siciliana y tarantella del sur de Italia con las seculares danzas curativas que en el Alto Aragón y Bajo Cinca se realizaban a los embrujados por la picadura de tarántula a ritmo de jota rápida, fusionando estas danzas y ritmos desde hace ya dos años en los agostos de Melpignano, actuando con su compañía en La Notte della Taranta ante más de ciento cincuenta mil personas. La otra sorpresa no podía ser otra que sentir al maestro con esas icónicas castañuelas de metacrilato que su padre le creó como símbolo de su cristalino amor por la danza. Se las anudó al corazón para compartir unos segundos de magia. Y así, a ritmo de unos pasos del punta-tacón, el "Paganini de las castañuelas" --le bautizaron los italianos-- conquistó en una tarde de charla y primavera.