La Guardia Civil ha desmantelado una organización dedicada a organizar batidas de caza furtivas para ricos en Teruel y Guadalajara, en las que los clientes abatían especies de alto valor cinegético. La operación Íbice ha terminado con tres arrestados y seis investigados y el decomiso de abundantes armas y trofeos de caza, algunos llamativos como una piel de oso con cabeza incluida.

Las pesquisas se iniciaron el año pasado, y contaron con una destacable colaboración de los vecinos y cazadores de la localidad turolense de Gargallo, según destacó el propio instituto armado. Fue en ese municipio donde los ahora detenidos y algunos de sus clientes abatieron ilegalmente a tres ejemplares de cabra montés.

Las investigaciones llevadas a cabo por los agentes de la Guardia Civil de la Comandancia de Teruel dieron como resultado el descubrimiento de que este grupo organizado, además de cazar ejemplares de esta especie, también abatía de manera ilícita corzos y muflones, en diferentes lugares de la provincia de Guadalajara.

El modus operandi del grupo consistía en ofrecer a los clientes la posibilidad de cazar a cambio de un cantidad determinada de dinero. Cabe destacar que el precio de la actividad, en la provincia de Teruel, un ejemplar de macho de cabra montés de una categoría oro (el nivel más elevado dentro de las categorías de un trofeo de caza mayor) costaba 2.000 euros, precio muy inferior al del mercado legal.

EN CLAVE / Para hacer referencia a las personas que pagaban al grupo, de «alto poder adquisitivo», la Guardia Civil utiliza el término «clientes», evitando hacer mención a la palabra «cazador», ya que «nada tiene que ver el verdadero cazador» que cumple con la normativa establecida, con las actividades llevadas a cabo por las personas detenidas, aclararon fuentes del instituto armado al explicar la operación.

Para llevar a cabo sus actividades, los detenidos utilizaban varios vehículos, en unos transportaban las armas empleadas y en otro los ejemplares cazados.

La principal dificultad con la que se encontraron los investigadores fueron las estrictas medidas de seguridad tomadas por las personas implicadas, como podían ser marchas y contramarchas para detectar la presencia de posibles testigos. Portaban precintos de caza mayor que, en caso de ser interceptados por los miembros de la Guardia Civil, alegaban haberse olvidado de colocar en la pieza abatida. Además vestían ropa que no indicaba que se trataba de cazadores o que se les relacionase con cualquier tipo de actividad en el campo. Por último, usaban un sistema de transmisiones radiotelefónico propio para evitar ser descubiertos.

Pese a estas precauciones, el pasado lunes el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil procedió a su arresto y al registro de sus domicilios, donde se incautaron de las escopetas y otras armas (incluida una ballesta) y de los trofeos de caza y otro material. Las diligencias fueron enviadas al juez.