Tras más de diez años tratando de frenar la expansión de las cotorras argentinas en Zaragoza, el ayuntamiento por fin puede afirmar que lo ha conseguido. De los más de 1.400 ejemplares que se contabilizaron a principios del 2015, en estos momentos solo quedan 30. Desde la Unidad Verde del consistorio aseguran que se ha hecho «un buen trabajo» durante los últimos años y que los resultados que se han obtenido son «satisfactorios».

El ayuntamiento inició el plan de control de las cotorras argentinas en el año 2005, ya que se estaban expandiendo a gran velocidad a causa de su capacidad de adaptación, su alimentación omnívora y la ausencia de depredadores en la zona. Por este motivo, se inició un plan de esterilización de los huevos punzando los embriones con agujas finas y alargadas y malogrando de este modo el nacimiento de nuevas crías. Ante la ineficacia de este método con los ejemplares adultos, en el 2015 se comenzaron a utilizar escopetas de aire comprimido para acabar definitivamente con la plaga.

Las cotorras argentinas, que llegaron a la ciudad hace tres décadas, están consideradas como una especie invasora porque desplazan a las aves autóctonas. Además, generan muchas molestias entre los vecinos por sus potentes graznidos y sus excrementos de gran tamaño. Asimismo, estas aves son grandes depredadoras de su entorno, puesto que suelen destrozar las cosechas y destruir la vegetación para construir sus nidos, los cuales pueden hacer caer las ramas de los árboles debido a su considerable peso —cerca de 90 kilos—, con el peligro que esto supone para los viandantes.

La primera pareja se detectó en el año 1984 en el centro deportivo El Soto y se cree que fueron soltadas por un particular. Con el paso de los años esta especie comenzó a proliferar en la ciudad, formando grandes focos en parques como el de José Antonio Labordeta, el Tío Jorge y el Castillo Palomar.

Censo oficial

El Instituto Municipal de Salud Pública llevará a cabo este año un censo de palomas debido a la proliferación de la torcaz y la tórtola turca, que pueden estar desplazando a la paloma común.

Las labores de control de la torcaz y la turca son complicadas debido a que no anidan en sitios concretos, sino que escogen un lugar diferente cada día. Su aumento en los últimos años, posiblemente por la ausencia de depredadores, ha llevado al ayuntamiento a interesarse por el estado de población de las tres especies. Las torcaces son las que más problemas ocasionan debido a la suciedad que generan sus excrementos, por lo que FCC Limpieza suele intensificar sus labores en las épocas de mayor actividad de estas aves —primavera y verano— para tratar de paliar las molestias.