El mayor foco de pobreza de Aragón se concentra en el barrio de San Pablo, la zona más castigada por la crisis del Casco Histórico. Los servicios sociales se han visto desbordados y desde hace unos cuatro meses las asociaciones vecinales han decidido ponerse manos a la obra para acabar con la pobreza y la exclusión. En el barrio ya hay gente que no tiene ni para comer. La población inmigrante, que se dedicaba en gran parte a la construcción, ahora se encuentran en paro y con los subsidios a punto de terminar, o incluso inexistentes. Al problema hay que sumar el envejecimiento de la población, con lo que eso significa.

A raíz de esta situación, los servicios sociales están intentando lograr datos fiables para actuar para lo que han organizado mesas redondas como la que organizaron el pasado miércoles bajo el lema ¿Cómo está afectando la crisis a la población del Casco Viejo? ¿Qué podríamos o deberíamos hacer?. "Con los datos queremos construir una hoja de ruta que seguramente nos hará apartarnos de reivindicaciones históricas para hacernos trabajar sobre situaciones concretas", indicó el presidente de la Asociación de Vecinos Lanuza. El objetivo de todo es lograr que los que residan en el barrio, sean inmigrantes o no, vivan lo mejor posible. "La situación económica es muy dura", puntualizó.

Sin presupuesto

Un ejemplo es la petición de servicios de duchas y lavadoras, lugar en el que se ha detectado la llegada de usuarios que no disponían ni de los 30 céntimos que cuesta la ducha. El incremento de usos en el último mes ha sido del 30%. Cáritas es otra de las organizaciones desbordadas y según indican, su presupuesto se agotó en septiembre. Se ven obligados a cubrir el día a día con la solidaridad de la gente. También han notado un aumento importante de las solicitudes para material escolar y ayudas para las medicinas que no paga la Seguridad Social. En este sentido, advierten que ha cambiado el perfil de la gente que lo está pasando muy mal y que cada vez la clase media se ve obligada a pedir ayuda.

La asociación denuncia la falta de compromisos políticos tanto de la DGA como desde el Ayuntamiento de Zaragoza. Para ellos, la forma de transformar el lugar en el que viven depende de muchas más actuaciones que la reforma de una calle o la renovación de alumbrados. "Un plan integral no es hacer una obra aquí y otra allá. Es contemplar lo que sucede en el barrio y tomar decisiones en función de eso, algo que ningún ayuntamiento ha realizado hasta ahora", recuerda Rodríguez. Toman de nuevo como referencia los datos de duchas y lavadoras: "Si está aumentando la demanda a este nivel es por algo, no se puede olvidar el problema de exclusión social que los datos reflejan", expresó Teresa Iriarte, especializada en temas sociales.

"Nos parece increible que en el debate sobre el estado de la ciudad los temas principales hayan sido el campo de fútbol, la Expo floral o la capitalidad de la cultura, mientras un número importante de vecinos está pasando por una situación desesperada", explicó Rodríguez. La reivindicación conjunta que hacen las entidades sociales del barrio es sencilla y realista. Se anima a los políticos a modificar su agenda y a que se acerquen y hablen con las organizaciones que viven la pobreza extrema cada día.

Los vecinos ven como un espejo el modelo aplicado en zonas como La Magdalena, en la que se le ha dado vida a las calles con la la llegada de gente joven. La creación de pequeños comercios, ha revitalizado la zona y ha logrado quitarse, en cierto modo, la mala imagen de lugar conflictivo.

El abrazo integral al Gancho, según Teresa Iriarte, se tiene que fundamentar sobre el pilar de la educación. "Antes había muchos colegios públicos y han desaparecido, hay que reactivar la enseñanza pública como un lugar de integracióny mezcla para devolverle la vida al barrio".