Los trabajos de exhumación de una fosa en Inogés, perteneciente al municipio de El Frasno, han sacado a la luz los restos de cuatro vecinos de Santa Cruz de Grío que fueron fusilados en septiembre de 1936. La actuación, promovida por familiares de los fallecidos, ha sido acometida por la Fundación Bernardo Aladrén, que ya había llevado a cabo otra en el municipio oscense de Agüero en el 2007. Las labores de localización, delimitación y desenterramiento de los cuerpos, que empezaron la semana pasada, se llevaron a cabo en tres días. Queda ahora por ejecutar el análisis antropomórfico.

Carlos Júlvez Vicente, Pascual Vicente Hernández, Mateo Gil Vicente y Pedro Castillo Vicente fueron detenidos el 4 de septiembre de 1936 en Santa Cruz de Grío. Según explicó David Corellano, de la fundación, parece ser que al menos los tres primeros eran miembros de Unión Republicana, pero no destacaban por una especial vehemencia en su militancia ni ocupaban ningún cargo electo. Por ello, se cree que podrían haber sido víctimas de alguna rencilla vecinal anterior a la guerra, quizá relacionado con asuntos de tierras, aunque nada de ello se sabe con seguridad.

Lo que sí está confirmado es que el mismo día, y cuando eran conducidos al juzgado o a la cárcel de Calatayud, fueron obligados a bajar del camión que los trasladaba y fusilados en una curva de la carretera. Los cuerpos, abandonados, permanecieron horas en el suelo hasta que un grupo de vecinos de Inogés les dieron sepultura en un campo de cerezos, junto al lugar en el que habían sido asesinados.

"Un hombre del pueblo, que ya ha fallecido, vio cómo llegaban y se escondió en una alcantarilla --explicó Olga Maya Júlvez, nieta de una de las víctimas--. Desde ahí vio todo lo que pasaba y luego lo contó". Así, siempre se supo dónde estaban, y --según destacó esta descendiente-- se respetó ese terreno. De hecho, hace unos años un familiar colocó una pequeña placa, que ahora ha ayudado a localizar el terreno con exactitud.

Maya conocía la ilusión de su madre y sus tías por recuperar el cuerpo de su abuelo, pero no fue hasta hace algo más de un año cuando pudo empezar a trabajar junto a la fundación y el resto de las familias para desenterrar los cadáveres. A finales de junio se tramitaron los permisos necesarios para ejecutar la exhumación, que se ha desarrollado ahora. Tras los análisis de identidad, los descendientes decidirán cómo se lleva a cabo el enterramiento, que podría ser conjunto. "Será lo que decidamos entre todos --confirmó Maya--. Lo más importante ya está conseguido".