La Audiencia de Zaragoza continuó ayer el juicio contra Francisco José Canela Grima por la muerte de Robert Racolti, en enero del 2016 en Ricla. Ayer fue el turno de los especialistas de Científica y Balística de la Guardia Civil que coincidieron en que la versión del encausado sobre un disparo en el fragor de una pelea no se sostiene.

La hipótesis que presentaron ante los miembros del jurado fue que la víctima se encontraba «agazapada» en el suelo del minúsculo baño cuando recibió un disparo en la cabeza. Llegaron a ello tras tener en cuenta la declaración de la novia de la víctima y por la localización -sobre el inodoro- de manchas de sangre e incluso de masa encefálica de Racolti. También descartaron que fuera a quemarropa, un modo que avalaría la versión del encausado. Estos mismos agentes afirmaron que previo al disparo mortal hubo otro contra el suelo que rebotó e impactó contra una pared. Según Canela, fue un aviso de que estaba armado para que lo dejaran en paz y pararan de agredirle en el interior de la bodega de su vivienda en la que se produjo el crimen. También descartaron que le fuera a rematar.