La magistrada Belén Paniagua, que investiga el atropello mortal del joven zaragozano Carlos Pellejero en el camino de Las Norias de Tudela, el pasado Domingo de Resurrección, indaga si hubo otros vehículos en la vía que pudieran haber influido en el derrape con el cual Abel Las Peñas Calvo se llevó por delante al joven fallecido, a su novia y a otra amiga de esta. Para ello ha citado a declarar en primer lugar a los dos amigos que iban con él en el coche y que, a diferencia del autor del atropello, se quedaron para auxiliar a las víctimas.

Por el momento, el único que ha hablado de la presencia de otros coches y una furgoneta en la vía es el propio joven, encarcelado esta semana por homicidio imprudente, contra la seguridad vial -reconoció que conducía habiendo consumido drogas- y omisión del deber de socorro, entre otros delitos.

Según explicó su abogado, Javier Osés, ante la jueza refirió que en el camino, por el que varios jóvenes regresaban de una romería, había varios vehículos que al parecer le hicieron dar un volantazo, lo que habría provocado que derrapase y virase al lado derecho de la vía, con fatales consecuencias.

Pero, al menos de momento, nadie más ha hablado de la presencia de estos vehículos. Desde luego, no en sede judicial, ya que la titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Tudela no ha tomado declaración a nadie más. Pero los dos amigos que le acompañaban, y que se bajaron a auxiliar a los heridos, no mencionaron este importante detalle ante los investigadores, ya que no está recogido en el atestado inicial sobre el siniestro.

Además, los amigos de Carlos Pellejero y las heridas también negaron, en declaraciones a Diario de Navarra, que hubiese ningún vehículo presente en el camino en esos momentos. Según el periódico navarro, los amigos indicaron que es «materialmente imposible» que por esa vía circulasen dos coches, menos aún una furgoneta en sentido contrario.

También se mostraron indignados con la explicación de Las Peñas de que se ausentó del lugar sin haber sido consciente de que había arrollado a nadie. Más aún cuando, según los testigos, dio un volantazo para quitarse del capó a una de las chicas que había quedado tendida sobre él, herida.

Según recogía el auto por el que fue enviado a prisión, tras abandonar el lugar paró para limpiar los cristales rotos antes de irse a casa, confesar los hechos a su madre y echarse a dormir, antes de ser arrestado.