Ante el inmovilismo que políticos e instituciones demuestran hacia el problema social de la vivienda. Ante el hermetismo y ausencia de solidaridad de las entidades bancarias, bien se podría pensar que actitudes como la que ayer se hizo pública en Zaragoza, están reservadas a la ficción. Sin embargo, las personas, los ciudadanos, siguen luchando, individual y colectivamente, para demostrar que la humanidad y la solidaridad resisten.

Cecilia, una madre en paro con dos hijas, una de 10 y otra de 17 años que sufre una ligera minusvalía mental, decidió ayer ayudar a la familia de Mamadou, un guineano en el paro desde hace dos años y medio, que va a ser desahuciado el próximo miércoles. "Cuando le escuché diciendo que podían quedarse en la calle con sus tres hijas pequeñas y su bebé de un mes, mi corazón decidió que no podía permitir eso", explica desde su vivienda en Utebo, donde ayer EL PERIÓDICO la reunió por primera vez con Mamadou.

Tímido, encogido bajo su gorro blanco y su abrigo desgastado, pero sobre todo muy preocupado, Mamadou recibió los ánimos de Cecilia con cierta esperanza. "Si finalmente el miércoles no se consigue parar el desahucio ellos tienen esta casa para vivir hasta que logren salir de esta situación", le dijo mirando a los ojos Cecilia. Sin embargo, al igual que la plataforma Stop Desahucios Zaragoza, esta madre solidaria dejó claro que esta no es la solución para la situación que están viviendo estas personas. "La solidaridad tiene que existir, pero los bancos y los políticos no pueden dejar a la gente abandonada en la calle. Ellos tienen la solución", expresó con rotundidad.

La solución

La plataforma Stop Desahucios Zaragoza está volcada desde hace semanas en resolver la situación en la que se encuentra Mamadou. Tras reunirse con la caja de ahorros que firmó la hipoteca, no recibieron ningún tipo de información de la situación económica de la familia. Mientras tanto Mamadou vive en su casa de Las Fuentes con su mujer, tres hijas menores, una de ellas de un mes, y otro hijo de 22 años, sin gas y sin agua caliente.

Ante esta situación agónica a la que la crisis económica ha llevado a Mamadou, el colectivo aplaude la solidaridad de personas tan altruistas como Cecilia, pero demanda una solución real. Esta pasaría por una modificación legislativa, que ha de aprobar el Congreso, para instaurar la dación en pago. A través de esta ley, las familias que son desahuciadas, automáticamente dejarían de pagar las hipotecas tras la ejecución.

Cecilia y Mamadou comparten una triste realidad que ojalá no les uniera. Ambos están en el paro. "Nos hemos quedado mucha gente sin trabajo y yo también pago una hipoteca. La situación es crítica", relata Cecilia. Sin embargo, ella entiende que "por muy mal que esté todo", eso no quiere decir que "no pueda compartir con alguien que lo necesita mi comida o mi casa".

Por su parte, Mamadou es el fiel reflejo de miles de inmigrantes que llevan años viviendo en España. A su llegada a Zaragoza, hace más de una década, este guineano encontró trabajo en la construcción, primero en la estación Delicias y luego en la Expo. Pero un día la burbuja explotó. "Llevo dos años y medio en el paro, y desde hace más de uno cobro la ayuda de 426 euros", relata. Por ello desde la plataforma no entienden cómo la caja de ahorros le prestó 154.000 euros a 30 años con un interés del 4,25%. Además, denuncian que la entidad, a falta de ejecutar la casa, ya se la ha adjudicado por 77.067 euros, exactamente la mitad de lo que Mamadou firmó para comprársela.

"Ante esta falta de ética, solo queda luchar", dice Cecilia. "Hoy por ti y mañana por mí. Si todos echáramos una mano la situación cambiaría". Con estas palabras Cecilia demuestra que frente a la impunidad económica y política, la humanidad todavía existe.