El conductor que, el pasado mes de junio, protagonizó una persecución de unas dos horas por las inmediaciones de Bujaraloz, en la N-II, y terminó por empotrarse con un control de la Guardia Civil (tras haber eludido otros cuatro) podría pagar caro el episodio. Con hasta diez años de cárcel, que son los que le pide el único agente herido, por conducción temeraria, atentado contra agente de la autoridad, resistencia y negativa a practicar un control de alcoholemia. La Fiscalía rebajó algo sus peticiones tras la celebración del juicio, ayer, en el Penal número 3 de Zaragoza.

Las acusaciones ya tomaron en cuenta para moderar sus peticiones el trastorno mental que padece. Solo que, según el forense, este es una «alteración leve», mientras que para la defensa se trata de una grave alteración psíquica que debería llevar a su absolución, como eximente completa. Alternativamente, la fiscala propuso un control médico.

Y es que Jacek M., de 42 años, reconoció en la vista que tenía «recetas» para un tratamiento psiquiátrico, «pero yo no...». No tomaba el tratamiento, y ya en su Polonia natal había tenido varios episodios de descontrol, con sendos arrestos. En Lérida se repitieron en un par de ocasiones, hasta que le 17 de junio, cuando estaba «nervioso» en casa, esperando una llamada de trabajo, decidió «salir a dar una vuelta con el coche», para tranquilizarse. A partir de ahí, dijo, «no recuerdo mucho, solo que tenía calor. Probablemente estoy enfermo», apostilló luego.

PERSECUCIÓN / El resto lo reconstruyeron la decena de guardias civiles que se fueron incorporando a la persecución. Sobre las 17.00 horas, comenzaron a recibir llamadas por un individuo que había chocado con un muro en Bujaraloz y había huido.

Los siguientes avisos alertaban de un conductor temerario que iba haciendo eses por la N-II, tirando ropa por la ventanilla. De hecho el hombre solo llevaba una camiseta cuando finalmente fue interceptado. Hasta entonces, los agentes describieron los diversos métodos con los que intentaron pararle durante dos horas, desde tiros en la rueda hasta barricadas con camiones, con la N-II cortada. Pero, ya fuera embistiendo a los motoristas, buscando el hueco entre vehículos o apurando la cuneta, continuó la marcha.

Finalmente, en el peaje de Pina, acabó por embestir a un coche patrulla y chocó con un camión. Aturdido por el golpe, pudieron por fin arrestarle.