El concejal de Urbanismo y Sostenibilidad del Ayuntamiento de Zaragoza, Pablo Muñoz (ZeC), acompañado de los responsables técnicos municipales de urbanismo y arquitectura y el ingeniero de la empresa Idom que ha realizado las obras, anunció ayer en el estadio de La Romareda que «las obras para que no corran riesgo las personas que vienen a ver el fútbol están acometidas y terminadas» y añadió que «eso da una seguridad que en los últimos años no hemos tenido».

El ayuntamiento contrató las obras tras la negativa del Real Zaragoza a asumir el coste y después de recibir el informe de evaluación de las estructuras del estadio en el que se puso de manifiesto, según Muñoz, que aunque «no todo estaba mal», se diferenciaba «lo que es un desgaste por el uso y lo que supone un riesgo». El edil observó que aunque «no había un riesgo inmediato, sí que había un riesgo potencial» y añadió que ha habido por parte del club «desidia en el mantenimiento» del estadio y «las obras deberían haberse hecho hace mucho tiempo». Los trabajos se han ejecutado en dos meses y el coste «ha sido un 30% menos de lo esperado, pues las primeras valoraciones ascendían a 250.000 euros y al final han costado poco más de 170.000», afirmó el consejero.

PAGO / Tras la negativa del club a asumir el gasto, desde el ayuntamiento se ofreció, según Muñoz, «otras contraprestaciones para paliar la falta de recursos» como publicidad o entradas, pero el Real Zaragoza también se negó. Así, el consistorio pagará las facturas ahora, aseguró Muñoz, pero se requerirá el pago al club con las actuaciones administrativas que procedan ya que las reparaciones han tenido que hacerse por «falta de mantenimiento y está obligado a ello», insistió.

Algunas de estas reparaciones, como la de las torres de iluminación, han sido para paliar la «corrosión en una parte metálica, que se produce por el agua pero también por no haber pintado durante años», añadió.

El director de las obras, Alberto Solozábal, afirmó que un estadio con una antigüedad de sesenta años y con otras partes que datan de 1982 --como las torres de iluminación o la cubierta de tribuna general-- alberga «disparidad de materiales» que llevan a actuar de una manera u otra, «sobre todo en temas de hormigón». Según explicó el ingeniero, se ha prolongado la durabilidad de varios puntos del estadio, pilares y ménsulas interiores y exteriores, y se han revisado las estructuras de hormigón que presentaban disgregaciones en diferentes zonas. Bajo la tribuna preferente había daños por filtraciones de agua que afectaban a las viguetas en los antiguos vestuarios y otras dependencias, por lo que además de repararlas, se ha impermeabilizado la zona de las gradas con materiales apropiados. También los elementos metálicos en cubiertas y refuerzos, como los más de mil tornillos en las sujeciones de los pilares en la entrada de tribuna general, o la cubierta metálica que data de 1956 y que cubre la tribuna preferente. «Nos llevamos alguna sorpresa del estado en que estaban las torres de iluminación», añadió, «sobre todo en la parte del soporte de los focos».

Ante la posibilidad de futuras reformas, según Muñoz, el estudio previo constató lo «que no es utilizable para la práctica deportiva profesional», por lo que si se precisa una reforma de más envergadura por necesidades del club, el ayuntamiento estaría dispuesto a considerarlo si este «asume que tiene que abonar gran parte de esa reforma pues es quien lo va a utilizar». Además, el informe confirmó que «tres cuartas partes de la estructura son válidas» y no cabe de momento acometer un proyecto para un nuevo campo, pues La Romareda «puede perfectamente servir durante cincuenta años más». Y añadió que desde el ayuntamiento de Zaragoza siguen «dispuestos a hablar» y que siguen abiertos los cauces de diálogo entre ambas instituciones.