Poner un cartel en el que el conserje avisa de que está realizando tareas de mantenimiento en una escalera en concreto o el dejar el felpudo enrollado junto a las puertas de las viviendas tras limpiar el rellano. Son prácticas habituales de los porteros de las comunidades de vecinos que, sin saberlo, son empleadas por las bandas de ladrones para saber que tienen vía libre para robar en esos domicilios. Y es que este tipo de delincuente, tal y como señala el inspector y jefe del Grupo de Robos de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, Fernando Sánchez, evita siempre acceder a un piso habitado. No es una cuestión baladí puesto que de ello depende una mayor gravedad en las penas.

A ellos se dirige la última campaña de prevención puesta en marcha por la inspectora de Participación Ciudadana de la Policía Nacional, Beatriz Gambón Darquié, junto al Grupo de Robos y en colaboración con el Colegio de Administradores de Fincas de Zaragoza.

El inspector Sánchez destaca el verano como uno de los momentos del año «preferidos» por las bandas organizadas para desvalijar las viviendas. No obstante, resalta que los hurtos van más allá de las épocas estivales. «El 100% de invulnerabilidad en las puertas no existe, pero es importante guardar todas las medidas de seguridad necesarias para impedir que entren en una vivienda», apunta.

Rapidez

Es por ello que destaca una característica común entre los diferentes grupos criminales (georgianos, croatas o chilenos, principalmente): buscan una rápida entrada y salida, además de hacer poco ruido. De ello depende el tipo de cerradura instalada.

«Hay casas que tienen una puerta blindada que ha costado 6.000 euros, pero llevan un bombín de 23 euros que las hace muy débiles», apostilla, mientras resalta que «el hecho de que un ladrón vea dos tipos de cerraduras distintas en una puerta y en la del vecino solo haya una va a hacer que elija la más sencilla para él».

Más allá de esta importante medida de seguridad, este mando policial resalta el uso de cámaras de videovigilancia en zonas comunes de edificios como elemento para ahuyentar a ladrones o las alarmas de seguridad que «hacen tanto ruido que, ante el temor a ser descubiertos, hacen que salgan corriendo antes incluso de ponerse a desvalijar la vivienda».

El jefe del Grupo de Robos de la Policía les explica que para quebrantar una puerta hay variadas técnicas. Las más empleadas son los plásticos -realizados, por ejemplo, con botellas de aceite de bebés- para hacer el movimiento del resbalón (utilizado por las croatas); palancas para reventar puertas; fracturas de bombín con una llave inglesa (georgianos y croatas), y mediante el empleo de llaves falsas, el bumping o la magic key (georgianos) con las que abren cerraduras de llaves de puntos y de pala.

Horarios

Si las técnicas empleadas son múltiples el modus operandi de las bandas también. El inspector Sánchez señala que los georgianos actúan generalmente por la noche, los fin de semana y los festivos. Su radio de acción en la capital aragonesa suele extenderse por el barrio Delicias, Universidad-Romareda y en avenidas como Juan Carlos I o Juan Pablo II.

Una característica que les identifica y que el Cuerpo Nacional de la Policía incide en su importancia para evitar los robos es el uso de chivos de plástico, unas pequeñas piezas transparentes que los delincuentes colocan en las hojas de las puertas y que les permite saber si alguien las ha abierto o no porque caen al suelo en caso de que el morador del domicilio decida abandonarlo.

Los georgianos también resaltan porque suelen quedarse en los rellanos fumando a la espera de que salga algún vecino. Ante cualquier colilla o, por ejemplo, que aparezca una botella de bebida que no es habitual «es necesario extremar la vigilancia y si es necesario llamar al 091». «Es muy importante no tocar estas pruebas y no meterlas en bolsas de plástico como sale en la televisión, porque la Policía Científica jamás emplearía plástico porque el material suda y se eliminan pruebas», descubre.

Otra de las bandas más representativas son las conformadas por croatas. Siempre mujeres que, a diferencia de los georgianos, actúan en horario comercial o escolar. Su apariencia no las delata porque suelen ir muy bien vestidas e incluso portan bolsos de marcas de lujo. Por supuesto de origen robado. Se centran principalmente en el centro. A ellas se unen los chilenos que prefieren las urbanizaciones de chalets y que realizan vigilancia. La luz por las noches delata cuando no hay nadie dentro.

Ante esta realidad, la Policía pide a los porteros que no pequen en preguntar a cualquier extraño a la finca «a dónde va».