El Casco Histórico logrará tener en solo dos años las dos escuelas infantiles que siempre ha reclamado, una en cada extremo del barrio (junto al puente de La Almozara y en el parque Bruil). La primera, ubicada en el parque de San Pablo se ha dado ya por finalizada y solo falta por recibir, en las próximas semanas, el mobiliario que le permita abrir sus puertas en el próximo curso. La otra, en la calle Vicente López Abadía, se levantará este año y ya se conocen sus características básicas, entre las que destaca su capacidad: tendrá el doble de aulas y, por tanto, casi duplica las plazas disponibles (156 por las 82 de San Pablo). En solo dos cursos se sumarán 238 plazas a la oferta actual.

Las obras de San Pablo cederán el testigo a las que se ejecutarán junto al Parque Bruil a partir de abril, y en las que se confía en que haya menos sobresaltos como el que ocasionó en la anterior un colector que atravesaba la parcela por la mitad. Este imprevisto obligó a retrasar la ejecución y a modificar algunos aspectos técnicos "como la cimentación".

Aunque ahora eso ya está olvidado. El interior y el exterior ya luce como la "ballena que se adentra en el río" que defienden sus arquitectos Santiago Carroquino, Patrizia di Monte e Ignacio Grávalos y en ella se incluyen elementos novedosos. Entre ellos destaca el uso del policarbonato en gran parte de la fachada, un material similar al plástico y que en tres colores diferentes (amarillo y verde oscuro y claro) "dejan pasar la luz natural de forma uniforme. Es más económico, ya que cuesta unos 70 euros por metro cuadrado, y ofrece un aislamiento idóneo gracias a que se rompe el puente térmico con materiales plásticos", comentan los arquitectos. Es decir, no hay ni una estructura metálica que se adentre en el edificio y que pueda introducir el frío desde la calle.

Mientras, en el interior se han construido seis aulas, una sala multiusos, cocina y zona de servicios caracterizadas, por ejemplo, por un "pavimento limpio" que consiste en que no haya "ni juntas ni elementos con los que poder tropezar". Ni siquiera hay bordillos. Además, hay "un zócalo de 1,20 metros de altura sobre el que los niños pueden hasta dibujar y que les protege de los enchufes, que quedan en la parte superior". "Se diferencia así su zona de la de los adultos".

Junto a esta novedad se encuentran también las ventanas circulares en los dormitorios, "a modo de burbujas en el interior de la ballena", o los radiadores que sirven para climatizar el edificio pero también para sentarse porque son de un material especial para usarlos como bancos.

La escuela del parque Bruil ilusiona a los vecinos más por las posibilidades que ofrece que por el grado de definición del proyecto. Usará solo dos tercios de los 7.216 metros de parcela (y un 20% de su edificabilidad). Y es que, con doce aulas de entre 34 y 41 metros cuadrados, tendrá capacidad para 156 alumnos en un edificio con planta baja, un sótano para el mantenimiento, y una forma de L que permitirá habilitar dos accesos. Además, tendrá una sala de atención especial, dos para usos múltiples, lavandería y comedor.