Es una historia increíble, pero ocurrió de verdad. Agustín Sánchez Vidal la encontró en el Archivo Histórico Nacional cuando, a finales de los años 90 investigaba en procesos inquisitoriales para documentar su primera novela: La llave maestra sobre un auto de fe en Toledo. Y halló el caso de Elena de Céspedes, cuya doble condición de hembra y varón, le vale para intentar huir de una vida condenada al infortunio.

Nacida mujer, hija de esclava, y mulata en tierra de moriscos, apenas puede aspirar a ser la criada de algún labriego o dedicarse a la mala vida. Pero ella se rebela ante ese destino: "No volveré a soportar encima de mí el peso de un hombre. No seré esclava de nadie".

UN TIEMPO, UN PAÍS Estamos en la España de finales del siglo XVI. Elena descubre su peculiar sexualidad tras haber dado a luz a un hijo que se ve obligada a dar en adopción. Y va ascendiendo en la escala social trabajando como soldado en la guerra contra los moriscos y después como cirujano, oficio vetado a las mujeres. Hasta que, tras casarse con una joven, cae en las manos de la Inquisición.

Lope de Mendoza, el inquisidor, argumenta que "los hermafroditas obligan a plantearse dónde está la verdadera diferencia de los sexos. Y a partir de ahí la familia, los oficios y todo el orden social, que es lo que a mí me compete". Estamos en pleno Renacimiento, un momento de cambios tan profundos que se socavan conceptos como linaje, honra y los estatutos de limpieza de sangre, para dar paso a un nuevo concepto de ser humano: la dignidad de todo hombre por el hecho de serlo y la conciencia de que podemos ser dueños del propio destino y cambiarlo.

Sánchez Vidal afirma que "esta historia va muy pegada a un determinado momento y a lugares muy significativos: Helena es de Alhama de Granada, la ciudad perdida del romance, enclave en el que se controlaba especialmente a los moriscos. Ana de Albánchez, la amante, es de Sanlúcar, el puerto sevillano, donde los Medina Sidonia tiene el monopolio de las almadrabas para la captura del atún. "La limpieza de sangre ya es totalmente operativa". El autor afirma que "el tema de la esclavitud en España es poco conocido, pero había esclavos".

COMO UN PERRO Todo ese mundo desfila por la novela: los moriscos que ocultan en casa un muerto que el cura reclama para enterrarlo en tierra cristiana; la madre de Helena, una negra comprada a cambio de un paño de Figueras y cuya vida se va depreciando, pese a mantener la dignidad, hasta morir como un perro. Se despliega la España de Felipe II: el bullicio de las calles de Granada o Sevilla, que se queda pequeño al lado del ajetreo cosmopolita de Madrid, al que Elena de Céspedes, ya como varón, llega a los 32 años. Madrid es un hervidero de buscavidas, donde no faltan los peligros para alguien perseguido por una denuncia de hermafroditismo.

"El libro tiene mucho que ver con la carnalidad --afirma Agustín Sánchez Vidal--; en un proceso de 700 folios, la mitad hablan de una manera machacona del sexo, que es lo que se estaba debatiendo, lo que iba a decidir la vida o muerte del reo". Se despliegan las estrategias de acusadores y defensores, las traiciones de unos, la valentía de otros, en especial la de la mujer de la protagonista, María del Caño. Todo lleva a una sorprendente sentencia en la que, en el fondo, se juzga el derecho a un modo de ser, de vivir, de amar, contra la corriente establecida. Helena llega a lo que quiere ser por encima de de todo lo que quieren imponerle. "Y lo más interesante es que es una historia real".