La anestesia epidural se aplica ya en casi el 90% de los partos que tienen lugar el el hospital Materno-Infantil de Zaragoza, un centro que fue pionero en la extensión de este tipo de anestesia y que ahora ha logrado niveles de aplicación casi totales. "La epidural no se le niega a nadie", relata el responsable de Anestesiología Augusto Navarro, uno de los especialistas que trata de mitigar los dolores que la mujer padece en el parto. Gracias a la implantación de la epidural se ha conseguido reducir a la mínima expresión --apenas un 0,18%-- la anestesia general en los partos, que suponía multiplicar por veinte el riesgo para la parturienta.

El sufrimiento del parto es soportable para el 15% de las mujeres, imposible de aguantar para otro 15% y más que doloroso para la población femenina restante, la mayoritaria. Solo en casos extrañísimos se puede aspirar a un parto sin dolor de forma natural. Y, dentro de esta horquilla, existen numerosos factores que pueden potencian o alivian el dolor, como las experiencias previas de la mujer o su sensibilidad al dolor por su carga genética. Por eso una de las principales prioridades del centro hospitalario fue extender la uso de la epidural, un sistema, indica Navarro, "muy eficaz en el control del dolor" y, de hecho, el único fiable. Y así lo han hecho.

En 1997 se dio este tipo de anestesia al 53,7% de los partos y, en el 2009, al 89%. Del 11% restante, en el 7% de los casos es imposible aplicar este tratamiento a las mujeres porque tienen partos rápidos, de menos de una hora, lo que imposibilita su aplicación. "Se pone el gotero a la mujer, se monitoriza al niño, se le pone el gotero, la inyección... Se requieren al menos de 40 a 50 minutos y, en este porcentaje, muchas dan a luz en 15 o 20 minutos", explica el anestesista.

PROGRAMA DE FORMACIÓN Otro 3% se corresponde con gestaciones no controladas, mujeres que no han acudido al tocólogo y sobre las que no se tienen datos de su historia clínica. En estos casos es preciso pedir analíticas, estudio de coagulación y, en general, cuando llegan los resultados la mujer ya ha dado a luz. Solo el 1% no quiere la epidural porque, por diferentes motivos, prefiere un parto natural. Y termina el parto. Porque este porcentaje se amplía al 5% al comenzar los primeros dolores, pero cuando el nivel de dilatación alcanza los 5 centímetros, la mayor parte de ellas la acaba pidiendo.

Gracias al incremento de la analgesia epidural se ha extinguido prácticamente el uso de la anestesia general en los partos, que antes se utilizaba en el 60% de los alumbramientos y que supone multiplicar por veinte el riesgo. Actualmente solo se utiliza en el 0,18% de los casos y, tal y como asegura Augusto Navarro, en "situaciones límite", como los partos en los que el feto está muerto o en el caso de adopciones.

Para informar a las gestantes de la epidural se puso en marcha hace cuatro años un programa de formación, en colaboración con las matronas de Atención Primaria, que ha tenido un índice de participación del 12% de las parturientas. A través de él, se entrega a las futuras madres un folleto informativo y se visualiza un vídeo --disponible en varios idiomas--.

Y una encuesta postparto mide la satisfacción de las madres tras el parto. El 91% están satisfechas o muy satisfechas con la analgesia epidural.