Buena parte de la ciudadanía ya está echando de menos la presencia de una voz aragonesa (pero aragonesa cien por cien) en el Congreso de los Diputados. El día 9, bastantes de esos nostálgicos de la identidad política votaron por si acaso al PSOE; más ahora lamentan que Labordeta ya no esté en el famoso hemiciclo. Incluso les da pena que Bizén Fuster se haya quedado inédito (en lo que a la alta política se refiere). La vida, hijos, que es muy dura.

Chunta sufre en estos momentos una especie de parálisis que agudiza el aislamiento de un partido cuyas terminales en la sociedad siempre fueron escasas. Tuvo su prometedor momento de auge, sí; pero aquellos votos tan estupendos procedían de un sector del electorado que trae y lleva la papeleta según le aconseja la intuición o el mero cálculo electoral. Y no es un grupo tan pequeño. Los cambios de voluntad apagaron al PSOE en los Noventa, luego subieron y bajaron al PAR, concedieron las mayorías al PP, permitieron a Izquierda Unida soñar con el sorpasso y más tarde la abandonaron por la propia Chunta Aragonesista... Debieron creer los jefes de esta formación que tal afluencia de sufragios era natural y definitiva; no se dieron cuenta de que les había tocado en suerte un tipo de electores inestable y crítico, que espera mucho de sus elegidos y quiere que éstos interpreten cambios sustanciales. Y si no, a la siguiente se inclina por otra opción o se abstiene. CHA ha tenido y tiene un serio desencuentro con tales votantes.

Luego está el tema de las reglas electorales. Que sí, que contribuyen a intensificar el bipartidismo, pero no son la única causa de tan intensa polarización del voto. Es imposible que, existiendo una sola marca electoral de la derecha (el PP), los votantes de izquierda no tiendan a agruparse (en el PSOE) cuando el dóberman empieza a gruñir. En cambio, si el can conservador aparece como un solvente y amable mastín, esos mismos ciudadanos se permiten otras fantasías o pasan de las urnas. Más simple no puede ser.

Lo cual nos deja sin la voz de Aragón. Nadie espera grandes maravillas de nuestras diputadas y diputados electos por los partidos de implantación estatal. La mayoría de ellas y ellos pasarán la legislatura haciendo bulto y apretando el botón de votar. Labordeta no hay más que uno. ¡Y lo bien que estuvo mandando a la mierda a los hoolligans de la parte de estribor!