Hay abrazos sentidos, abrazos románticos, abrazos apasionados, abrazos que te levantan del suelo, abrazos rotos, abrazos de oso, de pajarito, abrazos entre compañeros, abrazos amistosos, de compadreo, abrazos por compromiso, abrazos de todo corazón... En sus poco más de dos meses en la ciudad, Ranko Popovic ha puesto de moda el abrazo y no porque el frío le pida calor corporal. En el técnico serbio se trata de una forma natural de comportamiento, de expresarse públicamente y una manifestación principal de su característica forma de dirigir grupos humanos. Popovic se abraza con los jugadores habitualmente en los entrenamientos, los envuelve, los hace sentirse muy cerca de él, que es el jefe. Popovic se abraza con sus ayudantes cada vez que tiene algo que celebrar durante un partido, como con su alter ego Vlado Grujic y hasta con Juan Morgado el pasado sábado. Y sus jugadores se abrazan con él, como recientemente hizo Borja Bastón cuando le marcó al Leganés. Hasta cerró los ojos durante el acto de cariño con su entrenador.

Los abrazos expresan gratitud, amor, satisfacción, felicidad, afecto, apoyo, protección. Son una forma de contacto físico que ayuda al equilibrio emocional y a la salud de las personas, a mantenerlas contentas y a alimentar su complicidad. Los futbolistas del Real Zaragoza han acogido con los brazos abiertos este nuevo modelo de dirección del equipo. Popovic es un hombre de personalidad afable, dicharachero y tan ameno en la cercanía como parece desde la larga distancia. Después de tantos años a la greña ha recuperado los abrazos. Eso ya no se lo quita nadie.