Mojado hasta las cejas y sin zapatillas. Así acabó el discreto Ernesto Valverde la rúa de los campeones, un recorrido por la ciudad de Barcelona en la que el entrenador del Barça tuvo que aguantar múltiples bromas de sus jugadores, especialmente de Piqué y Suárez, como si de un novato recién llegado se tratara. No fue el único que acabó con la ropa pegajosa por la cerveza desparramada y sin el calzado, tal fueron las ganas de cachondeo de la plantilla azulgrana, que celebró a lo grande un doblete histórico, el octavo del club, desmintiendo a los agoreros que sentencian que las Ligas y las Copas ya no hacen tanta ilusión como antes, sobre todo cuando no anda la Champions de por medio y el eterno rival lleva camino de conquistar su tercer entorchado europeo seguido. Cosa que está por ver.

Pero lo que quedó claro es que el Barça y Barcelona tenían ganas de fiesta. Y es que por más Ligas que se conquisten (la séptima en una década) y Copas (la cuarta consecutiva), el ánimo por la fiesta no decae nunca, aunque también es cierto que la rúa no fue seguida de forma tan multitudinaria como otras veces, pero tampoco fue un entierro.

Muchos detalles se observaron durante el desfile de los campeones, que empezó con algo de retraso desde el World Trade Center, junto al mar. Por ejemplo, el abrazo sincero entre Jordi Alba y Valverde, después de que el lateral zurdo, que con el Txingurri ha recuperado la confianza y fiabilidad que perdió con Luis Enrique, calificara de «vergüenza» las críticas surgidas de la propia directiva al entrenador tras la debacle de Roma. «Los únicos responsables somos los jugadores», agregó Alba tras ganar la Liga en Riazor.

La última de Iniesta / También fue una rúa muy especial para el gran capitán. Andrés Iniesta, con su gorra de bufón, la misma que ha lucido en otras rúas, anduvo siempre en la parte delantera, entre los dos relucientes trofeos, saludando a la afición y saboreando cada segundo del recorrido tras 22 años de azulgrana, toda una vida que acaba de la mejor manera posible y a la espera del gran homenaje del Camp Nou. Pocos fueron los que se acercaron al capitán para gastarle bromas y solo Suárez se atrevió a desparramarle algo de cerveza en la cabeza, algo que Iniesta se tomó con buen humor.

Piqué y Umtiti, junto con Yerry Mina, fueron los más bulliciosos, algo ya tradicional en el central catalán. Más comedido, como también es habitual, estuvo Leo Messi, desaparecido en el primer tramo de la rúa pero omnipresente desde la mitad del recorrido. Ahora Iniesta se marcha, el primer capitán, y el brazalete lo lucirá Messi en cada partido, lo que le obligará a adquirir un mayor protagonismo mediático (lo que no será difícil) del que siempre ha huido.