Nada de lo que pase en el terreno de juego servirá. Nada importará. Porque todo sucedió en el primer partido. Hubo tantas cosas en el Camp Nou --básicamente goles, siete, todos del mismo equipo-- que la cita de Mestalla ha quedado vacía de contenido (21.00 horas, Canal + Partidazo). Toda una semifinal de Copa reducida a un mero trámite: noventa minutos de fútbol irrelevante. El Barça viajará sin Messi y, quizá, sin Piqué e Iniesta, Mascherano y Suárez, amenazados de perderse la final si ven una tarjeta. El crack argentino ya se encuentra descansando en su domicilio tras someterse ayer a una pequeña intervención renal, una litotricia, una técnica no invasiva que permite fragmentar los cálculos del riñón mediante tecnología láser para que los restos puedan ser evacuados por vía urinaria. Messi arrastraba estas molestias renales desde el pasado mes de diciembre (no pudo participar en las semifinales del Mundial de Clubs al sufrir un cólico nefrítico).

Así que si hoy pasa algo, será fuera. La cabeza de Neville pende de un hilo. Solo se desconoce el grosor de ese sustento, la resistencia del soporte que aguanta solo Peter Lim, el propietario singapurense. El inglés va a alinear un equipo de suplentes, porque se juega la vida en la próxima jornada ante el Espanyol de otro entrenador con certificado de defunción. Luis Enrique, por su parte, mostró su habitual prudencia. "No es un partido fácil. Habrá que buscar estímulos".