--Dijo que cuando se retirara vendría a vivir a Zaragoza, pero ha cambiado de opinión.

--Lo que pasa es que la vida da muchas vueltas y uno se suele quedar en el último lugar que acaba para ir viendo cómo se reincorpora a la vida activa. Zaragoza es muy especial para mí por muchos motivos y creo que algún día volveré a vivir allí.

--De lo que no hay duda es de que usted se sintió querido aquí. --Muchísimo. Me sentí querido desde el primer momento. Siempre digo que el maño es especialmente cariñoso.

--¿Le hubiera gustado salir de otra forma del Real Zaragoza? --Pero a veces no se tiene la oportunidad de elegir. Tengo un agradecimiento mayúsculo a Zaragoza por el cariño que recibí y por los tres años tan maravillosos que pasé allí. Tuve que marcharme cuando había enfocado mi vida pensando que Zaragoza iba a ser mi último destino.

--Usted ha vivido malos y buenos momentos, pero quizás uno de los más amargos fue el descenso a Segunda con el Zaragoza.

--El peor momento. Para mí no solo fue un descenso deportivo sino vital por tener que marcharme de Zaragoza con mi familia cuando había hecho ya planes de establecerme allí. Quizás esa temporada no estuvimos a la altura de lo que la ciudad y el fútbol exigía en ese momento pese a que lo dimos todo.

--Usted dijo que estaba dispuesto a jugar en Segunda. ¿En ese momento se sintió señalado?

--Es una perspectiva que la gente no tiene y que yo tampoco la tengo. Todos fuimos responsables y para nada me siento más o menos culpable que otros. Por mi parte había disposición para quedarme. Fue un verano duro, pero de las experiencias negativas lo único que se puede sacar son conclusiones de aprendizaje y de mejora para el futuro.

--¿Recuerda con qué intensidad vivió aquel penúltimo partido en La Romareda ante el Madrid y su especial complicidad con Guti?

--Recuerdo aquel partido y otros, porque tuvimos muchos complicados esa temporada. Pero no me voy a quedar con eso, porque fueron tres años, a pesar del descenso, maravillosos para mí.

--Pero en aquel partido necesitaban ganar y el Madrid no jugó con excesiva tensión.

--Todos estábamos desesperados, porque fue un año de mucho sufrimiento. Tuvimos varios entrenadores y se produjeron acontecimientos que tampoco nos beneficiaron. Fue algo con lo que nadie contaba. En el partido contra el Madrid pudimos ganar, pero no fue así.

--Lo que tampoco hay que ocultar es que el Zaragoza descendió aquella vez con un buen equipo.

--De eso no hay duda, pero al final eso justifica que los equipos no son jugadores y, como dice la palabra, son equipos. Por eso hay que conjuntarlos y hacer una serie de añadidos que desgraciadamente aquel año no se consiguieron. Fue duro y en mi caso me sirvió para aprender.

--Ahora se puede hablar de que en aquel vestuario había mal ambiente.

--Siempre que la situación es mala hay momentos de tensión. En ese momento todo se saca de madre, se habla de que había mal ambiente, y a veces puede que sea realidad. Aquel año hubo una tensión y una dinámica nada positiva. Los resultados no salían, el que jugaba estaba cabreado porque no ganaba y el que no jugaba porque no podía ayudar. Son dinámicas que surgen cuando hay tanta tensión y el sufrimiento es tanto.

--¿Tiene algún recuerdo especial de su estancia en el Real Zaragoza?

--Todos buenos. El mejor fue el doblar la esquina del Bernabéu en la final de Copa con el Espanyol y ver una marea de gente vestida de avispa, que era como íbamos a jugar ese día. Fue algo espectacular.

--Pero fue una pena que luego no ganaran la final.

--Me hubiera encantado ganar esa final porque la celebración hubiera sido increíble, pero no pudo ser. Fue una pena porque habíamos eliminado al Atlético, al Madrid y al Barcelona.

--Tras perder aquella final llegó a decir que le quedaban pocas ganas de seguir jugando.

--Así fue. Fue un momento duro, porque la gente se volcó con nosotros. Pero después te vuelves a levantar.

--¿Cómo ve al Zaragoza?

--Las circunstancias que vive el club no son las mejores, pero confío en que la temporada sea buena y que pueda conseguir el ascenso. Paco Herrera es un fenómeno y su fichaje fue un acierto brutal.

--¿Por qué decidió retirarse este verano si tenía ofertas?

--Porque hay que ser honestos. Yo iba a ser fiel a mis principios hasta el final y entendía que lo que uno necesita para jugar al fútbol, más allá de un contrato, es la sensación de estar comprometido con un proyecto. Cuando tienes una edad avanzada se deben dar otras circunstancias que cuando eres más joven y por eso preferí dejarlo. A mi edad miras otras cosas y por eso no lo veía claro. Pese a todo estoy muy agradecido a los equipos que se interesaron por mí.

--¿El fútbol fue injusto con usted a la hora de conseguir títulos?

--Es cierto que en cinco años jugué tres finales de Copa con el Madrid y no pudimos ganar ninguna, pero el fútbol ha sido muy justo conmigo. No querría tener otra vida futbolística diferente a la que he tenido. He tenido una suerte inmensa por haber sido futbolista profesional, además durante 22 años, y de jugar con equipos como el Zaragoza o tener una vida brutal en el mundo del fútbol. Por eso uno no puede decir que ha tenido mala suerte ni con los títulos, con las finales o con las situaciones que ha vivido. He sido un privilegiado.

--¿Se ha planteado seguir ligado al fútbol de alguna forma?

--De hecho sigo. Colaboro con el que el fue mi agente y estoy de comentarista, pero fundamentalmente lo que hago ahora es formarme. Ahora estoy haciendo todo aquello que entiendo que va a ser bueno para mi preparación futura. Estoy haciendo los cursos de entrenador y he hecho el curso de director deportivo, porque creo que la formación es algo fundamental. Estamos en una sociedad que cuanto más preparado estás más facilidad tienes para hacer bien tu trabajo. Se trata de encontrar el sitio donde yo me sienta cómodo, capaz y útil para seguir ligado al fútbol. Por eso veremos dónde acabó definitivamente

--¿Pero le seducen más los despachos o ser por ejemplo entrenador?

--Ahora estamos en ese proceso de sentarnos en varios lados de la mesa y conocer cómo funcionan las cosas. No es lo mismo ver la perspectiva de un entrenador siendo futbolista que verla siendo entrenador o lo mismo siendo director deportivo. Para decidir es necesario conocer todas las cosas. En el caso de los agentes me gustaría formar parte de una estructura que se dedique a gestionar la carrera de los futbolistas, que es como a mí me gusta llamarlo. Tener la impresión de que estás en una empresa de servicios y para prestar tu ayuda. Siendo futbolista se conocen muchas cosas, pero necesitas una preparación que te permita hacerlo bien en otra serie de ámbitos.

--También ha demostrado que tiene alma de aventurero.

--El año pasado hice una carrera de resistencia, porque creo que también se necesitan retos deportivos, que cada vez se convierte más en retos vitales, y acumular experiencias. Tuve la oportunidad de convivir con deportistas de otras especialidades y quizás eso fue un poco lo que me impulsó a hacerlo, porque fue duro. Estuve con el periodista Roberto Palomar, con Edurne Pasaban, que pertenece a un mundo tan increíble como el de la montaña, y con Samu Trivez, que fue balonmanista internacional y olímpico. Son gente que te aporta mucho. Estar montado en una bicicleta durante 8 o 9 horas, en el desierto de Marruecos, te hace vivir una experiencia nueva. Nosotros estamos muy centrados en el fútbol y en nuestro mundo, pero hay otras disciplinas que te aportan muchas cosas. Ves cómo piensan otros deportistas de alto nivel y cómo afrontan situaciones de riesgo y de estrés. Además de que siempre apetece conocer otras experiencias.