«No es un buen día para el Zaragoza», dijo Luis Milla al iniciar una de las ponencias del Segundo Encuentro Aragonés de fútbol, que se celebró ayer en el teatro Reina Sofía de Zuera. Allí, el técnico hizo un repaso a los sistemas de entrenamiento. explicó los microciclos, el trabajo táctico, la presión tras pérdida y otros detalles cotidianos antes de que se abriera el turno de preguntas y se hablase, có- mo no, de la derrota del pasado domingo en Soria, de la herida que ha dejado en el zaragocismo. Le dijo entonces un joven aficionado al entrenador que faltaba autocrítica, algo en lo que más tarde incidiría Alberto Zapater, que intervino junto a Edu García. «Se es muy crítico, pero todo está muy mediatizado y, además, ya sabemos lo negativos que somos en esta ciudad. Nadie en su sano juicio puede salir contento de ese partido, otra cosa es que se digan las cosas públicamente».

«Me equivocaría mucho si hablase de eso en público, pero que sepas que somos conscientes de cómo hicimos las cosas», desveló el capitán, que insistió en la réplica del público: «Tú harías igual, cogerías la lista de topicazos y los dirías. De todas formas, ayer (el domingo) pensaba cosas que hoy (ayer) ya no pienso. Me habría arrepentido mucho si hubiera dicho lo que pensaba entonces», reflexionó el ejeano, consciente de que el aná- lisis de Los Pajaritos da para mucho. Dudas también por esa sensación de desánimo que percibió Milla al acabar la primera parte y que ayer repitió: «Ya dije que el equipo no había estado bien y que hubo una situación concreta que me produjo alarma. Yo intento ser autocrítico. Si el equipo no está bien, lo digo; si veo al equipo decaído, también lo digo».

«A los futbolistas los descansos nos duran dos minutos. Normalmente habla el entrenador y luego pegas cuatro gritos, seguramente menos de los que podía haber pegado», dijo Zapater, que tiró de corazón en su comparecencia, en la que le preguntaron hasta por el partido ante el Llagostera. «Yo al día siguiente veía gente con la camiseta del Zaragoza por la calle y me sentía orgulloso. Cuando pasan esas cosas no se hace afición, pero sí se refuerza un sentimiento. No es fácil ser del Zaragoza, pero hay que serlo en las buenas y en las malas». Lo compartió Edu García, de regreso a La Romareda. «Cuando estás fuera, te das cuenta de que no sientes lo mismo cuando juegas con otra camiseta. Yo solo quería que me llamara el Zaragoza, volver a mi casa».

Tanta importancia le dan a lucir el escudo del león que Zapater confesó la ansiedad que sufrió los días que estaba a punto de concretarse su regreso. «Yo no llevaba un año pensando en volver a ser futbolista, sino en volver a ser futbolista del Zaragoza. Cuando llegó el momento, me puse tan nervioso que incluso tuve que llamar a la psicóloga Patricia Ramírez».

Son las cosas de este Zaragoza que sigue siendo más de lo que parece. «Competitividad, constancia, concentración, exigencia, voluntad o armonía son valores que hay que tratar de que calen en el vestuario. Debe haber un ambiente óptimo de trabajo, y más aquí. Los jugadores tienen que saber que la presión es normal en este club», incidió Milla, al que Óscar Fle agradeció su presencia en un día difícil: «Otros no hubieran venido», aseguró.