Hace más de dos decenios que de la cabeza de Javier Planas salió la idea de organizar un partido de veteranos en La Romareda. No era una cuestión de diversión ni de recuperar viejas amistades. Se trataba de buscar una fórmula para ayudar a Aspanoa, la Asociación de Padres de Niños Oncológicos de Aragón, a recaudar fondos para mejorar la vida y las perspectivas de todas estas familias. El partido, que ayer alcanzó su vigésima edición, se ha convertido en una tradición, en una fiesta de diversión que sirve como ayuda y homenaje a todos esos luchadores. Así que ya es una cita obligatoria para todos los que año tras año acuden al partido de la ilusión.

Da igual el rival, siempre de categoría, y hasta el resultado. Los niños se lo pasan bien, los padres y abuelos les cuentan quién era ese Señor, don Juan, ahora de pelo cano, ese Aguado capitán o ese malagueño que se llama Aragón. Entre los tres se repartieron los mejores aplausos, solo igualados por Andoni Cedrún, que participó en los últimos minutos y aún le dio tiempo a hacer una parada.

La distancia física, la diferencia de edad, entre los zaragocistas y los realistas dejó claro desde el principio que los visitantes, o mejor dicho invitados, eran los claros favoritos. Por algo tienen jugadores recién retirados como Díaz de Cerio, y muchos otros en un estado estupendo, como López Rekarte. Faltó, además, Garitano, uno de los más activos los últimos años, que se perdió el choque por lesión.

El Real Zaragoza sufre aquí también la mala gestión de Agapito Iglesias. En los últimos años han salido y entrado jugadores en el club como churros, así que entre los veteranos no hay regeneración. La mayoría superan los 40 años y algunos incluso los 50, así que sus armas para competir se basan en la ilusión y la solidaridad. Con ellas generaron un par de ocasiones en la primera mitad, que casi culminan Señor y Salillas hicieron batir palmas en las gradas.

La caída de los minutos dio paso a la realidad. Ion Bakero y López Rekarte consiguieron los tantos de la victoria realista mientras en la grada seguía la diversión entre cánticos, palmas y unas cuantas vueltas de ola al estadio. Lo de menos era el resultado, dicho está. "Es un orgullo volver a vestir la camiseta del Real Zaragoza, pero sobre todo poder ayudar en este partido, aportar nuestro granito de arena en un partido tan bonito", manifestó Xavi Aguado, uno de los que se mostró más en forma pero que no pudo cumplir su deseo de marcar un gol de cabeza.

Para el gran Planas siempre es "el partido del año", así que esta vez no podía ser menos. "Cada año nos encontramos con un reto distinto, pero es un día de ilusión para 700 familias. Este partido demuestra el afecto, el cariño y la solidaridad que tiene la sociedad aragonesa con todos los niños oncológicos". Incluso rivales como Górriz se mostraron felices: "Es un honor estar aquí. La Romareda está igual y me trae recuerdos muy buenos, como cuando ganamos aquí la Copa del Rey del 87".