El congosto de Mont-rebei es una de las grandes maravillas que ofrece la naturaleza aragonesa. Está un poco olvidado de los grandes tresmiles próximos de la Ribagorza, pero bien merece una visita. Se encuentra en las Sierras Exteriores, estribaciones prepirenaicas que conectan el Pirineo con el valle del Ebro y el Somontano. Es ahí, en la sierra del Montsec de l'Estall, donde tienen fama sus escarpes y paredones, donde se practica la escalada, y sus congostos espectaculares en la roca caliza. Su techo es el Montgai, una montaña de una modesta altura de 1.329 metros.

El Montsec en un territorio de grandes contrastes. Mucho frío en invierno y un calor extremo en verano. Por esto, la mejor época para realizar las excursiones es la primavera y el otoño. Es también un lugar alejado de la capital aragonesa. Se necesitan dos horas y media para llegar a este prodigio de la montaña aragonesa.

Una excursión muy recomendable es la que comienza en las cercanías de Puente de Montaña, embocando el congosto de Mont-rebei por el norte. Después, se supera un puente colgante y dos tramos de pasarelas colgadas del vacío que se inauguraron la pasada primavera y finaliza en el albergue Casa Batlle, próximo al pueblo abandonado de Montfalcó. Para hacer más cómoda esta excursión es recomendable contar con dos coches y así se realiza el recorrido en un sentido. En una excursión fácil, sencilla, espectacular y que se puede hacer tranquilamente en cuatro horas de caminata. La única prevención es que las pasarelas de Montfalcó deben de realizarse con cuidado por los más pequeños y los que sufren de vértigo.

Referencia

La primera referencia es la localidad de Puente de Montaña, fronteriza de Cataluña con Aragón. El coche sigue hacia el sur una pequeña carretera que después se convierte en pista. El vehículo se deja en el aparcamiento de La Masieta. Desde lejos el senderista ya intuye el Congosto de Mont-rebei. En poco de más de media hora de camino y después de superar un puente colgante, nos adentramos en la espectacular tajada labrada por la naturaleza en el Noguera Ribargorzana.

El andarín siempre va por territorio catalán, el denominado Montsec d'Ares, en la margen izquierda del río. Aragón está al otro lado del tajo. El desfiladero recuerda a la Garganta del Cares, en los Picos de Europa. Tiene casi dos kilómetros de longitud, paredes de 500 metros y cuenta con una sirga metálica para dar mayor seguridad al senderista. Lo construyó la empresa Enher en 1984, sobre otro realizado en 1912 y ubicado debajo del actual tras la realización del embalse de Canelles en 1960. El posterior recrecimiento del pantano motivó que en 1977 sus aguas inundasen el camino, por lo que se llevó a cabo esta actuación.

Una vez superado el congosto, el caminante pasa a la parte aragonesa por un puente colgante que inauguró Prames el año pasado. Después, se afrontan los dos impresionantes tramos de pasarelas de madera. La primera desciende en numerosas zetas con los senderistas agachados intentando no golpear su cabeza con la roca. La segunda porción también es en sentido descendente. Desde aquí solo queda pasar un bonito pinar para acabar la excursión en Casa Batlle.