Cerca del lugar donde ayer Vincenzo Nibali comenzó a sentenciar un Giro que ganará hoy en Turín terminó hace 23 años una de las grandes etapas del Tour'93. Entonces a La Lombarda se le denominaba Isola 2000. Los mismos prados que vieron atacar al Tiburón, engrandecer la ronda italiana y sucumbir a Esteban Chaves en su afán por amarrar la maglia rosa, contemplaron a Tony Rominger cómo dejaba a Miguel Induráin sin la victoria que el navarro, camino de su tercer triunfo en París, anhelaba.

Cuando ocurrió este episodio, Alejandro Valverde era un chaval de 13 años que quería correr, aunque jamás imaginó que con los 36 cumplidos se jugaría y con éxito la posibilidad de subir al único podio de una grande que le faltaba, el Giro. Astana buscó la estrategia perfecta y Nibali tuvo a su lado al mejor gregario posible, Scarponi. Chaves puso la fe, pero no piernas y pulmones.