Jordi Alba y Víctor Rodríguez comparten muchas cosas. Son muy buenos amigos, hablan muy a menudo, coincidieron en las categorías inferiores del Barça y ambos comparten una estatura (alrededor de 1,70) que fue el principal motivo para abandonar La Masía. "Por supuesto que los bajitos pueden jugar al fútbol. A mí me pasó algo similar a Jordi. Las condiciones físicas fueron las que me impidieron seguir allí, pero ahora ya es todo diferente", explica Víctor, nacido en Barcelona el 23 de julio de 1989, por lo que es unos cuatro meses menor que Jordi Alba (21-3-1989).

"Jordi jugaba en la mediapunta y yo lo hacía de punta o de extremo", recuerda. El reciente campeón de Europa con la selección tuvo que abandonar La Masía cuando estaba en el cadete B por esa baja estatura, mientras que Víctor estuvo allí cuatro años, desde alevín a la última temporada de infantil. "También coincidí allí con Víctor Ruiz, que está en el Valencia, pero está claro que de mi generación el más significativo es Jordi, el que más lejos ha llegado. Ha tenido un camino duro y eso lo engrandece aún más, tanto como jugador como persona, ya que es un chico fantástico".

Osadía de comparación

Y es que Alba se marchó al Cornellá y de ahí dio el salto al Valencia, donde triunfó para que el Barcelona lo recuperara pagando 14 millones de euros este verano. Víctor, por su parte, pasó tres años por el Mercantil y después ha estado en el Badalona antes de llegar al Zaragoza B y de debutar con el primer equipo zaragocista. ¿Vidas paralelas? "Pensar que mi historia puede ser similar a la de Jordi sería ahora mismo una osadía completa. Yo ahora solo puedo mirar al esfuerzo diario y el tiempo dirá. El trabajo pone a cada uno en su sitio".

Víctor ha nacido en Barcelona y se siente culé de sentimiento y de devoción, aunque ahora mismo se deba al Zaragoza. "He sido barcelonista desde pequeño, no lo voy a negar. No me queda una espina clavada con jugar en el Barça, de verdad. Hago mi camino y ya se verá a dónde me lleva", explica el jugador, que en los cuatro años en La Masía tuvo como entrenadores a Carlos Romagosa, Xavi Llorens, Rodó, "que ahora está en el extranjero", o Sergio Lobera, que ha fichado por la UD Las Palmas. "En La Masía creo que se hace un trabajo sensacional con la cantera, su cosa especial es la manera de trabajar, la forma de cuidar a los jugadores, de cuidar el entorno y de saber qué puntos tocar para que el futbolista crezca y vaya para arriba", incide.

"Esos cuatro años en La Masía me marcaron mucho, aunque lo que más marca siempre es la familia", explica el jugador zaragocista, que tiene un claro referente futbolístico muy vinculado con el Barcelona: "Me gustaba mucho Figo, era mi ídolo, y de pequeño me fijaba en sus cualidades como extremo porque jugaba por la derecha como yo. El problema es que al cambiar la camiseta por la del Madrid me trastocó mucho todo", bromea.

Extremos en La Masia

En todo caso, la cantera del Barcelona es un filón en los extremos. Jordi Alba lo era antes de reconvertirse a lateral, también el propio Víctor lo es. Y Pedro, Cuenca, Tello, Jeffren... Todos agitadores y descarados en el uno contra uno: "Supongo que es por el tipo de jugador que escogen y por cómo lo trabajan desde pequeños. Te exigen mucho que busques el uno contra uno y el desbordar al adversario, pero eso depende de la capacidad del jugador y de su capacidad de decisión".