Desde que el histórico presidente chino Deng Xiaoping pronunció hace más de 20 años la ya famosa frase: "Enriquecerse es glorioso", el gigante asiático ha aplicado políticas pragmáticas para liberalizar gradualmente la economía china al tiempo que el Estado comunista mantenía su poder. El resultado ha sido un modelo único que ha convertido al país en la segunda economía mundial y en el primer consumidor de petróleo del planeta (43% del total). Además, ha generado durante más de una década crecimientos del PIB superiores a los dos dígitos. En 1998 China suponía un 2,5% del total de las importaciones mundiales y ahora supone el 10,4%.

Pero el dragón empieza a dar síntomas de agotamiento y son muchos los analistas que no creen que logre alcanzar este año el crecimiento previsto del 7%. Como consecuencia de estos temores, la bolsa china registró el pasado lunes la mayor caída en un día desde 2007, arrastrando consigo esta semana a todos los mercados mundiales. Desde el pasado junio, el mercado chino ha perdido más de un 40% del valor respecto a sus máximos en el mes de junio, aunque sigue estando un 30% por encima respecto a hace un año. La pregunta es si China está a las puertas de una recesión o desaceleración que arrastrará a Occidente.

LAS CONSECUENCIAS

Para el profesor del IESE Alfredo Pastor, doctor en Ciencias Económicas y experto en mercados emergentes, China no está en crisis, es el mundo el que todavía no ha dejado atrás la crisis financiera mundial. "El país asiático ha sufrido una caída de las exportaciones a la eurozona y a los EEUU en los últimos años como consecuencia de la crisis mundial y esto ha tenido un efecto en su economía", sostiene Pastor. Por este motivo, las autoridades chinas se han visto obligadas desde el 2009 a inyectar capital en su economía para mantener el crecimiento necesario para garantizar que una población tan inmensa pueda tener oportunidades de prosperidad.

"Cuando se inyecta dinero artificialmente se crean burbujas y después es muy difícil prever cómo se van a pinchar", sostiene Pastor. En este sentido, las dos burbujas chinas han sido la bolsa, que ha atraído a millones de ahorradores chinos, y el sector inmobiliario. Por su parte, el remminbí, moneda conocida como yuan, también estaba sobrevalorada porque el Gobierno no la dejaba fluctuar, motivo que explica la devaluación del 5% realizada en tres fases este verano, explica el profesor del IESE, que descarta la posibilidad del inicio de una guerra de divisas.

Los expertos explican que China se encuentra inmersa en un proceso de cambio de modelo económico que genera tensiones inevitables. "Es como virar un transatlántico", sostiene Pastor. El país comunista quiere dejar de depender de las exportaciones y quiere fomentar el consumo interno, la inversión y la tecnología, una transición que no estará exenta de tensiones ni de consecuencias para otras economías. El exembajador de España en China, Eugeni Bregolat, sostiene que el país está intentando tener crecimientos más sostenibles. "Es exagerado decir que China está en crisis", afirma.

En todo caso, los bancos de inversión realizan sus apuestas sobre las consecuencias de una crisis en el país asiático. Según el reciente informe The Chinoil Shock de Bank of America Merril Lynch, "la situación combinada de EEUU saliendo de la crisis y la eurozona aún en estado convaleciente entraña peligros porque cualquier viento en contra puede puede poner en peligro una recuperación muy frágil".

El banco de inversión analiza las consecuencias que comportaría que el PIB chino se redujera desde el 7% previsto por el Gobierno chino a un 3,5%. En este escenario, una caída del PIB al 3,5% comportaría una reducción de las importaciones del 17,5%, esto junto a la presión a la baja de los precios de las materias primas y la menor inversión de los países afectados comportaría una caída del PIB de entre el 0,6% y el 0,7% del PIB en EEUU y un 0,4% en la eurozona. El país más afectado sería Alemania, cuyas ventas a China suponen un 2,5% de su PIB.