Lo bueno del voto digital es que su recuento es mucho más rápido y evita alargar la espera para saber si uno es vencedor o perdedor. Lo malo es que si falla el sistema operativo todo se va al traste y el presidente de mesa se convierte en el punto de mira. Porque cuando uno va a votar quiere hacerlo en el momento, esperando lo mínimo posible en la fila, no sea que se retrase el ansiado cambio.

Esto es lo que pasó ayer en Huesca, que un ordenador se estropeó y aquellos que querían ser de los primeros en votar digitalmente se encontraron con una pantalla en negro. Y es que, ser ciudad piloto es muy duro.

Los centros más tradicionales tampoco se libran. En Alcañiz y Teruel los miembros de las mesas no encontraban las papeletas. En Zaragoza el problema estaba con los sobres. ¿Y dónde estaban? Pues en sus correspondientes cajas. Los nervios del cambio, que empañan los ojos y las cajas se mueven solas de sitio.

El líder de Podemos, Pablo Echenique protagonizó uno de los momentos más tensos. Cuando la prensa estaba preparada estratégicamente para captar el momento del voto, una señora se coló y, de repente, se vio rodeada de objetivos. "A mí no me fotografíen con este individuo". Y claro, el comentario no gustó a todos por igual. Una apoderada de Zaragoza en Común entró en el juego y se cruzaron alguna que otra palabra poco bonita. Echenique mantuvo la compostura y después, con la ayuda de su mujer, ejerció su derecho al voto.

En el colegio zaragozano Escolapias Calasanz tuvieron tiempo hasta de debatir. La falta de accesibilidad fue el tema de conversación. Los miembros de una de las mesas trasladaron una de las urnas a la entrada del centro para que una ciudadana en silla de ruedas pudiera depositar sus papeletas en la urna. La polémica se desató porque, en teoría, las urnas no pueden moverse de la mesa.

La jornada se desarrolló con calma salvo en Twitter donde los partidos seguían lanzándose acusaciones.