Hace casi 20 años y casi sin que su creadora se lo propusiera nació, como un desahogo, una de las policías más exportables de la novela criminal local. A la criatura de ficción, Petra Delicado, y a su autora, la real, irónica y reposada Alicia Giménez Bartlett (Almansa, Albacete, 1951) las ha bendecido ahora el X Premio Pepe Carvalho, que la escritora recibe hoy dentro del festival BCNegra, que se celebra en Barcelona. Lo hará con un nuevo libro, Crímenes que no olvidaré (Destino), una colección de nueve cuentos protagonizados por esa inspectora dura y sensible a la vez, como su nombre indica.

--¿Imaginó las muchas alegrías que le iba a acabar dando Petra Delicado cuando la imaginó por primera vez?--Para mí solo fue intento de hacer algo divertido tras Una habitación ajena, una novela muy exigente para mí. Pero la carrera de Petra ha tenido una evolución muy lenta desde 1996, con unos pocos seguidores en España, cuando aquí la novela negra no acababa de cuajar. Luego poco a poco la fueron descubriendo en Alemania, en Italia, pero llevó su tiempo.

Una habitación ajena

--Por el camino Petra también fue transformándose, madurando...--Yo creía que no. Que iba a ser siempre igual, pero me he dado cuenta de que a pesar de que se ha mantenido durante años en los 40 y de que tengo el propósito de que llegue a los 50, sus reflexiones sobre la vida se acercan más a la madurez--Para ver esta evolución nada mejor que Crímenes que no olvidaré

--Para ver esta evolución nada mejor que , cuentos escritos entre 1997 y el 2014.--Son casi todo encargos. La mayoría de mi editor italiano Antonio Sellerio y otros de mi editor alemán. Sellerio suele proponer un tema. Pone a varios autores de su cuadra a trabajar sobre él, cada uno con su detective correspondiente y es un formato que tiene mucho éxito.

--Dicen no le gusta mucho hablar de sí misma.--Pero tengo la habilidad de lograr que la gente termine contándome sus cosas y así yo me libro de hacerlo. Sí, soy pudorosa, me produce cierta tensión.

--Como Agatha Christie también arrastra literariamente el apellido de su primer marido.--Del nombre tiene la culpa la agente Carmen Balcells que al entrar en su agencia hizo una extraña profecía. Me dijo que con mi nombre completo, Alicia Giménez González, no iba a ninguna parte y nos pusimos a buscar apellidos hasta que llegué al de mi marido. 'Barlett, es perfecto, porque harás más carrera fuera de España que aquí'. ¡Esto me lo dijo el primer día que nos vimos y con mi primera novela todavía no publicada!

--Usted pertenece a una generación que corrió delante de los grises. ¿Qué hace fascinada por una policía nacional?--Sí, lo confieso, corrí ampliamente delante de ellos. Pero también de la que le ha echado ilusión a los cambios. Nos creímos que todo iba a ser perfecto y ahí estaba el querer una policía democrática. Eso se percibe en Petra, el deseo de tirar adelante y desmarcarse de la policía franquista.--Se lo preguntaba porque el caso 4-F

--Se lo preguntaba porque el ha vuelto a poner en cuestión a las fuerzas del orden.--Y está bien que así sea. La policía siempre debe ser cuestionada porque todo elemento de un país que tiene la fuerza en sus manos es potencialmente peligroso. Porque esa fuerza puede ser ejercida, alguna vez, de manera non sancta. Es evidente que la policía hace una gran labor social y hay gente estupenda en ella, pero como cuerpo debe ser permanentemente escrutado.

non sancta

--¿Por qué en sus novelas policiacas ha huido sistemáticamente de la realidad más inmediata?--Me interesa más encontrar lo esencial y huir de lo episódico. En mis novelas, Petra y Garzón en los, pasados, años de bonanza económica se sobresaltaban de que hubiera tiendas de velas o de pestañas. Esa especialización en el lujo, en la nada, por ejemplo, para mí es un reflejo más importante que una datación histórica o sociológica. Yo escojo los temas por cierta preocupación social y vuelvo a ellos recurrentemente como en el jazz.

--¿Cómo ha influido su pensamiento feminista en Petra?--Yo diría que casi soy posfeminista. Me encantaría que no hubiera que batallar y ahora prefiero que batallen otras y logren ese mundo feliz en el que las mujeres puedan hacer su voluntad sin sentimientos de culpa.

--La culpa. Ese sí que es un tema recurrente y jazzístico en sus novelas.--Las mujeres siempre nos sentimos culpables. Quizá las más jóvenes logren zafarse de ello porque han sabido renunciar. No se puede ser a la vez una madre maravillosa, una profesional de primera línea y encima pintarte bien el ojo. Hay algo que debes relegar y muchas veces se hace una elección clara y dura: no tener, por ejemplo, una relación amorosa; o al contrario, estar en un momento profesional buenísimo y dejarlo todo por la familia. Mi generación eso no lo