Damien Hirst no pudo elegir peor día para tratar de revolucionar el funcionamiento del mercado contemporáneo del arte. La jornada más negra en la historia reciente de la economía mundial, desde la crisis de 1929, coincidió ayer con el primera de las subastas de 223 obras de Hirst, que hoy concluyen en la sala Sotheby´s de Londres.

El polémico artista, al que siempre le ha gustado asumir riesgos, trataba esta vez de romper con el poder de las galerías, vendiendo directamente su producción creativa, sin pasar por las manos y las comisiones de hasta el 50% que se llevan los marchantes de arte.

De salir bien la jugada, Beautiful inside My Head Forever, el nombre que el creador le ha dado a la venta, debería recaudar unos 100 millones de euros y rompería para siempre con el vínculo entre los artistas y las galerías. El dinero iría a engrosar la cuenta millonaria del enfant terrible del arte británico y a levantar la moral de Sotheby´s en estos tiempos de crisis. Las acciones de la firma habían bajado en bolsa el viernes pasado y los inversores estaban nerviosos con la apuesta de Hirst.

Si la venta acaba siendo un fracaso toda su obra puede devaluarse y dada la actual tempestad económica, arrastrar al mercado del arte moderno a una crisis como la que ya viviera en los años 90. Pocas de las 23 piezas suyas que recientemente salieron la venta alcanzaron el precio esperado y algunas de ellas no llegaron a venderse. También se ha sabido que Por el amor de Dios, la famosa calavera en platino con 8.601 diamantes encastados, fue adquirida por 71 millones de euros a un consorcio del que forma parte el propio artista y su marchante en Londres, Jay Jopling, propietario de la galería White Cube.

VOCES CRÍTICAS

La venta en Sotheby´s ha generado una enorme publicidad, positiva y aduladora, en buena parte, aunque también ha habido voces críticas. Ayer el especialista del Evening Standard, Ben Lewis, revelaba que Sotheby´s le había prohibido asistir a la puja por haber criticado el boom del arte contemporáneo en las páginas del vespertino londinense el pasado mes de septiembre.

Otro prestigioso crítico, el australiano Robert Hughes, considera que Hirst está sobrevalorado y triunfa gracias a un mercado de nuevos ricos, llegados de economías emergentes, que no parecen contar el dinero. La subasta de hoy trata de captar precisamente nuevos compradores de Asia y Oriente Medio.

Damien Hirst no se avergüenza de ser rico y alardea de tener un enorme olfato para los negocios. "Si alguien ha de hacer dinero, que sea el artista", comentó al diario The Guardian recientemente, recordando que como él, Andy Warhol, Pablo Picasso e incluso Goya, Rembrandt y Velázquez pensaban en los aspectos comerciales de su trabajo creativo.

Nacido en Bristol (Inglaterra) en 1965, Hirst saltó a la fama dos años más tarde con un tiburón de cinco metros flotando en un tanque de formol, que causó sensación. Rodeado de publicidad, su fortuna está estimada en más de 700 millones de euros.