En uno de sus escasos pero inolvidables papeles protagonistas, Christopher Walken encarna a un profesor de colegio que despierta de un coma inducido de cinco años con poderes extrasensoriales: puede visualizar posibles desastres. Convertido en herramienta de la policía, se verá arrastrado a un peligro de escala global. Pese a ser la primera película de David Cronenberg sin guion propio, aparecen señas de identidad del autor, como alguna dosis de terror corporal y una historia de amor torturado.