Cristina Huarte se enfrenta al miedo pintando. «Qué hacemos frente al miedo? ¿Acaso escapamos?», se pregunta la artista zaragozana. «Los miedos los creamos nosotros mismos. Yo les hago frente pintando. Los intento solventar; y lo logro, aunque siempre va a haber», reconoce. Huarte expone hasta el 2 de septiembre en el Museo Pablo Serrano una colección de obras que se engloban en varias series, Snippets, Tristeza sin donde, She likes to burn, Hija del viento y Piedra y sol. Todas creadas en los últimos años, todas diferentes y todas complementarias porque ella siempre «habla de miedo. Me enfrento al miedo pintando», reconoce la artista.

La exposición lleva por título Aún no estás sola y toma su nombre prestado de un poema de Ángel Guinda: «Aún no estás solo corazón / ¡Levanta! / Deja que yo te quiera con mi pasión oculta...» recita Huarte , quien reconoce que juega «con la literatura». Detrás de algunas de sus obras están Cernuda, Alejandra Pizarnik, Silvia Plath, Labordeta, «personajes que me han influenciado mucho en mi proceso artístico». Y es que la literatura es «un referente, igual que la escritura automática». Huarte dice que trabaja sin bocetos, ya que lo primero es una escritura, después «me enamoro de una idea y a partir de ahí comienzo a construir imágenes». Imágenes que ahora pueden verse en el Pablo Serrano.

BUSCAR LA LIBERTAD / Mirarlas es descubrir a la artista que hay detrás. «Pintar es defender la soledad. Me siento completamente libre cuando pinto», asegura. Por eso, en la primera serie de la que se incluyen obras, Snippets, del 2014, expresa su vivencia personal en Berlín, en una residencia de artistas y allí «empiezo a sacar mucho dolor de dentro de mí y qué pasa, que nos vamos hacia el placer, lo intentamos evadir. Hay como una autoexplotación», reconoce, al hablar de esta serie, la única no creada de ex profeso para la muestra.

A través de la abstracción se llega a la serie Hija del viento, donde hay blanco, hay negro pero el rojo predomina; y las rosas. «El rojo es el soltar, el aprender a dejar ir y ser libre», dice. Ahí ha utilizado piedras, rosas y materiales de la naturaleza, «pertenencias de mi estudio y cosas que recopilo de las personas que quiero». Y después del derrumbre, un sentimiento personal «pero también universal», está la reconstrucción, también abstracta, aunque en esta ocasión aparecen las figuras humanas, personas gigantescas que reconstruyen esas heridas y lo hacen con costras que sanan. «Después de un derrumbe quedan las costras. Yo creo que ser nosotros mismos nos causa ser exiliados de otras personas», dice la zaragozana, para quien esta obra es un diario personal de sus últimos años, una forma de exorcizar esos miedos que «tocan a todo el mundo» y que van desde la rotura hasta la reconstrucción de la persona.

Huarte estuvo acompañado en la presentación por Nacho Escuín, director general de Cultura del Gobierno de Aragón, quien explicó que esta exposición muestra «el inmenso imaginario poético» de la autora; y se enmarca dentro de la línea de apoyo a los jóvenes talentos, «apoyos a la producción para que puedan producir obra para luego exponerla».