EL LUNES EMPIEZA EL SÁBADO

AUTORES Arkadi y Borís Strugatski

TRADUCCIÓN Raquel Marqués García

EDITORIAL Nevsky

A veces uno se plantea si realmente son eficaces las campañas publicitarias. Solo así se puede entender que la editorial de El lunes empieza el sábado, recuperado por Nevsky Prospects, se lanzara a venderlo como el Harry Potter soviético para adultos. Nada más lejos de la realidad. Si bien la magia puede interpretarse (solo para el que no se plantea que todas las obras tienen un transfondo) como uno de los temas centrales de la novela de los hermanos Strugatski, muy pronto uno se sumerge del humor absurdo que destila en el libro en el que todo sucede a una velocidad vertiginosa, aunque todo con un sentido (siempre que se pueda hablar de sentido en una obra frenética y que respira precisamente por su propia absurdez).

Y, siguiendo con la comparación de la campaña publicitaria, el humor delirante no es precisamente una de las características de la heptalogía de J.K. Rowling. En El lunes empieza el sábado aparecen desde peces que hablan de coeficientes de refracción hasta demonios en edad de jubilarse, pero lo que realmente convierte a la novela en una gran obra es que cualquiera de las escenas engendrada por la imaginación de los Strugatski, podría haber salido de un número de cualquier estrella humorística del absurdo en las tablas del mejor teatro del mundo.

Solo comprendiendo y buscando este transfondo uno podrá disfrutar tranquilamente de sofás alucinógenos que aparecen y desaparecen, de libros que son uno cuando se coge en el instante y se convierten en otro a los cinco minutos o de casas que no tienen puertas para entrar. En El lunes empieza el sábado todo es posible. Hasta que al lector no le gusta el libro, pero eso solo podría pasar si se busca un Harry Potter al uso.