-Va y se lanza a escribir un wéstern, ¿por qué?

-Bueno, no hay vaqueros ni caballos pero el ambiente es un wéstern y también su estructura narrativa. Uno de los referentes de La mala hierba es Perros de paja, la película de Sam Peckinpah y el libro. Es una estructura de lugar en la frontera al que llega una familia de otro lugar, en teoría más civilizada con la intención de amoldarse a ese sitio y terminan entrando en la vorágine de historias ocultas dentro del pueblo, de una cultura más antigua, de unas tradiciones…

-Y donde todo acaba siendo lo que no parece...

-Hay muchas historias ocultas. La novela es un puzle que cuenta dos partes de la historia en presente y en pasado y poco a poco todo va encajando.

-Y es sobre todo una novela de personajes, ¿es su fuerte?

-Aunque es una novela con muchos giros y sorpresas estas siempre suceden dentro de los personajes, se va descubriendo cómo son de verdad esos personajes y para eso uno necesita que la comunidad tenga una historia de pasado y haya cosas que descubrir.

-Es guionista de televisión, ¿de ahí surge el ritmo cinematográfico de la novela?

-Es algo inevitable. Vengo de la televisión, del guion y tengo esa manera de contar las cosas que es muy visual. Más que una cuestión de ritmo yo creo que todo está planteado en escenas que son muy visuales y que el lector puede meterse en situación fácil. Eso es algo cada vez más presente en toda la literatura porque el nivel de referentes ya no es solo la literatura, es la tele, el cine y todos vamos cogiendo de todos los lados.

-El libro, en cierto modo, incomoda al lector porque le pone en varias contradicciones morales. Una de ella es qué hacer con una niña de 14 años que es una asesina. ¿Busca mantener al lector en alerta?

-Supongo que la novela de suspense toca estos dilemas morales que se dan en la sociedad y me interesaba plantear la historia de esa niña que parece implicada en un crimen y cómo tratamos a esa niña, lo que hacemos con ella, cómo reacciona la sociedad, los padres. Es algo que al lector le toca mucho. Y más si tienes hijos y adolescentes cerca, porque creo que en el fondo todos tenemos ese miedo a que el adolescente se tuerza.

-¿Escribe teniendo ya claro el final de la novela?

-Una novela de suspense no puede ir con brújula. Creo que las cosas tienen que estar más o menos medidas para ser honesto con el lector, no hacer trampitas. Yo trabajo mucho un mapa y luego ya me lanzo a escribir.

-¿Qué tiene el thriller que goza de tan buena salud?

-El suspense genera una conexión con el lector que otros géneros no consiguen y eso hace más divertida la lectura.