Alfred Hitchcock y Cary Grant. John Ford y John Wayne. Josef Von Sternberg y Marlene Dietrich. George Cukor y Katharine Hepburn. Stanley Donen y Audrey Hepburn. Anthony Mann y James Stewart. Ingmar Bergman y Liv Ullman. Jean-Luc Godard y Anna Karina. Roberto Rossellini e Ingrid Bergman. Carlos Saura y Geraldine Chaplin. John Cassavetes y Gena Rowlands. Martin Scorsese y Robert De Niro. El mismo Scorsese y Leonardo Di Caprio. Steven Soderbergh y George Clooney. Pedro Almodóvar y Penélope Cruz. Buena parte de la historia del cine se escribe con este tipo de simbiosis director-actor/actriz, relaciones químicamente perfectas entre quien dirige y quien es dirigido.

A estos tandems gloriosos debe añadirse el que conforman el realizador Enrique Urbizu y el actor José Coronado. El primero ha encontrado en el segundo el rostro perfecto para sus historias más desazonantes y amargas. El segundo ha hallado en el primero el cineasta que mejor sabe explotar sus recursos dramáticos. Lo demostraron en La caja 507, La vida mancha y, ahora, No habrá paz para los malvados, un relato puro de cine negro, violento y desencantado, el estilo que mejor maneja Urbizu y el tipo de personajes con los que Coronado se desenvuelve como nadie.

Coronado encarna a un policía encallecido, alcoholizado y corrupto, digno de las novelas de Mickey Spillane y James Ellroy, un tipo que arrastra un pasado traumático del que apenas se desvelan, se sugieren, algunas pinceladas. En la primera secuencia, en un puticlub semivacío, el protagonista se lía a tiros. Después intenta limpiar su salvaje rastro de sangre mientras se nos van desvelando otras historias, otros ámbitos, otros personajes con cierta entidad (una joven fiscal que investiga la mortal refriega en el local nocturno, un asunto de tráfico de drogas) siempre a expensas dramáticas de lo que marca el personaje de Coronado. Urbizu, fiel a sí mismo, se mueve entre coordenadas reconocibles: un poco de Jean-Pierre Melville, otro de Michael Mann y otro tanto de Johnnie To. Majestuoso.

Esta película eclipsa un poco al resto de estrenos de la semana. La ración animada queda cubierta con la francesa Kérity, la casa de los cuentos, y la mexicana Otra película de huevos y un pollo. Infantil también es, y además con mensaje, Los castigadores, en la que una niña, con otros dos amigos, forman un grupo para vengarse de todos aquellos que se dedican a pegar a otros compañeros.

DESDE HOLLYWOOD No es muy habitual, pero esta semana solo hay una película. La aportación estrictamente hollywoodiense de la semana llega, vía comedia rosada, con el filme Con derecho a roce, una historia romántica y con ligeros toques dramáticos, aunque en general mucho más almibarada que severa, en torno a los peligros del flirteo, del amor y de las emociones que no quieren asumirse. Los actores Justin Timberlake y Mila Kunis se erigen en las estrellas de la función, al interpretar a dos amigos que, como se llevan bien, se convierten en pareja. Ahí comienzan los problemas y las frases tópicas como "Seamos amigos" o "Te mereces algo mejor". ¿La solución? Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Ni siquiera la química entre los protagonistas es atractiva.