Isabel Coixet recogía ayer en el Festival de Málaga un galardón a toda su carrera, precisamente en uno de sus momentos de máxima efervescencia creativa. Tiene dos películas pendientes de estreno, Nadie conoce la noche, con Juliette Binoche y Aprendiendo a conducir, que se presentaba fuera de concurso en el certamen. Un momento muy especial para hablar con ella de su presente y rememorar su pasado, y todas esas películas que la han convertido en una de las directoras más personales y reconocidas dentro del panorama internacional.

-¿Cómo valora este premio a toda su trayectoria en este momento de su vida?

-Cuando me llamaron para decírmelo les dije: `¿pero ya? ¿No podemos esperar a que haga diez películas más?' Pero está bien, porque de alguna manera me ha permitido hacer balance de lo que he hecho hasta el momento y recapacitar qué es lo que puede venir a continuación.

-Además de ser objeto de una retrospectiva, se ha elaborado un documental en torno a su figura.

-Lo ha dirigido Elena Trapé y a ella se le ocurrió volver a los espacios donde había rodado parte de mis obras. Y uno de los momentos más emocionantes fue sin duda regresar a la lavandería donde filmé Cosas que nunca te dije. Para mí fue un shock encontrarme en ese espacio, que parecía estar detenido en el tiempo. Y darme cuenta de que mientras ese sitio no había cambiado nada, yo sí.

-Y ese balance interno, ¿le ha llevado a echar la vista atrás y recuperar aquello que le impulsó a comenzar a rodar?

-He recordado cómo luché contra viento y marea para sacar adelante Cosas que nunca te dije, en contra de la opinión de todos. Y eso es algo que nunca debería olvidar, tener presente ese entusiasmo a la hora de pelear por algo en lo que crees realmente.

-Cuando marchó en 1996 a EEUU para hacer Cosas que nunca te dije, ningún director español rodaba en el extranjero y en inglés. Ahora se ha convertido en algo de lo más normal.

-Me gusta haber sido pionera en este aspecto. Sobre todo porque es una cuestión de quitarse complejos. ¿Y por qué no se puede rodar en cualquier lugar del mundo? Yo estaba preparada en aquel momento, al igual que lo están ahora los cineastas jóvenes. Solo que ahora a nadie le extraña, porque afortunadamente nos hemos quitado muchos lastres de encima. En ese sentido, yo nunca he tenido complejos. Me parecía lo más normal del mundo entonces y ahora.

-Esa clase de retos, ¿servían para motivarle?

-Soy bastante cabezota. Y basta que me digan que no a una cosa ome pongan trabas para que me apetezca más. Es como eso que dicen de que las mujeres obedientes y bien educadas no hacen historia... pues yo soy muy poco obediente.

-Ahora su carrera se encuentra totalmente asentada, ¿pero cómo recuerda sus inicios?

--Pues bastante traumáticos. Después de mi primera película pasé seis años de travesía en el desierto pensando que no podría volver a dirigir. Y casi tuve que empezar de nuevo. Pero ese comenzar de cero lo he vuelto a sentir en muchas ocasiones, porque tengo la sensación constante de estar en la casilla número uno. Por eso me choca el tema de la retrospectiva, porque en mi cabeza yo estoy empezando.

-¿Con qué aspecto esencial le gustaría que el público recordara sus películas?

-Con una mirada consoladora. Que el público saliera de ver mis películas confortado, acompañado. Al menos esto es lo que pretendo transmitir, que lo que hago sirva para que el espectador pueda establecer un diálogo consigo mismo.

-En los últimos años ha encadenado proyecto tras proyecto. ¿Cómo vives este momento?

--El cine tiene estas cosas inexplicables. A veces todo se amontona, en otras ocasiones te desesperas porque no sale nada... es como una montaña rusa. Ahora ha dado la casualidad de que han ido saliendo a la vez algunos de mis proyectos antiguos. Así que no puedo estar más contenta. Y te diré más. Me considero una persona privilegiada. Me lo he currado, he trabajado mucho, pero también he tenido mucha suerte.

-¿Cómo surge el proyecto de Aprendiendo a conducir?

-Pues procede de la época de Elegy (2009), en la que además de Penélope Cruz y Ben Kingsley, salía Patricia Clarkson. Y ya entonces ella me dio el guion de este proyecto. Así que me ha acompañado durante muchos años, y lo siento como algo casi familiar, porque hemos luchado desde el principio para que pudiéramos hacerla los tres juntos: Patricia, Ben y yo. Si faltaba alguna parte del combo, no se hacía, eso lo teníamos claro. Nos hemos mantenido muy fieles hasta el final, y eso es muy bonito, te da mucha satisfacción personal.