DILES QUE SON CADÁVERES

AUTOR Jordi Soler

EDITORIAL Mondadori

PÁGINAS 195

PRECIO 18,90 u

Utilizar la literatura para hacer literatura es algo que se ha hecho desde tiempo inmemorial. El caso de Diles que son cadáveres, de Jordi Soler, podría entrar en ese grupo. Una de las razones es que, a pesar de ser un libro que rezuma referentes literarios, éstos no resultan accesorios, aunque sin ellos la novela tampoco podría ponerse en marcha.

La narración está contada por un diplomático cultural mexicano en Irlanda que se ve envuelto en la extraña peripecia de ir en busca del bastón de san Patricio, que perteneció al poeta francés Antonin Artaud, al norte del país. Si la premisa es extravagante, los personajes que acompañan al protagonista no lo son menos. Ambos se van entrelazando en torno a esa reliquia sobre la que siempre gravita la sombra de Artaud.

Con la poderosa influencia que el escritor francés ejerce en el desarrollo del libro, un lector puede preguntarse: ¿es necesario conocer las referencias sobre las que Soler construye su obra? La respuesta es no, aunque desde luego se disfrutará mucho más si se tiene noción de esa base literaria, en la que no solamente entran en juego los escritores, sino los propios paisajes rurales y urbanos de una Irlanda que se muestra como escenario ideal para ambientar la historia.

El tono es el de una comedia que en momentos pisa el acelerador hasta acercarse al esperpento, y en otros se remansa en pasajes más tranquilos, que suelen coincidir con los momentos más cercanos a la historia literaria. El resultado es una novela que adopta tonos más sombríos conforme avanza, y que termina por abocar a un desenlace muy alejado ya de la risa inicial, y mucho más cercano de la locura que Artaud padeció.