"El teatro me apasiona: es magia pura al tener al público tan cerca, y te lo juegas todo porque al ser en directo es más arriesgado y más difícil que el cine". La que habla es la actriz María Jesús Valdés, veterana de las tablas que interpreta la obra Carta de Amor. Como un suplicio chino en la Sala de la Corona del Edificio Pignatelli de Zaragoza. Hoy precisamente tiene lugar el último pase de este montaje del Centro Dramático Nacional, escrito por Fernando Arrabal y dirigido por Juan Carlos Pérez de la Fuente, y del que ya están agotadas las entradas.

"La obra es un monólogo que nunca quise hacer --explica la actriz-- porque me daba la sensación de que la gente se iba a aburrir con una obra de este tipo". Valdés comenta que Carta de amor , que se estrenó en enero del año 2001 en el Museo Reina Sofía de Madrid, superó sus espectativas: "El montaje se hizo en la sala de Columnas del museo y entonces pensé que estaríamos sólo 15 días, pero esos 15 días se convirtieron en siete meses".

Y es que este monólogo consigue emocionar al público, quien ve en la única protagonista a un personaje ambivalente, al que se puede amar y al que se puede odiar. "Esta es una historia autobiográfica. Represento a la madre del autor, con la que tuvo una mala relación, además de los terribles sufrimientos de la guerra civil. El padre de Arrabal --el marido--, era teniente republicano, y la mujer tenía ideas totalmente contrarias. Cuando encarcelaron al padre, el chiquillo volcó todo su amor en ella, tuvo una amor casi edípico. Pero esto fue así sólo hasta que Arrabal encontró unos papeles firmados por su madre en los que descubre que fue ella quien denunció al padre", explica Valdés.

En la obra, el amor del hijo se convierte en odio, con el consiguiente desamparo de la madre, que envejecerá esperando la llamada o la carta de su hijo como reconciliación. "Arrabal exalta con este personaje la figura de la madre, que puede ser la de cualquier madre en todas las guerras. Toda la obra de Fernando Arrabal está impregnada por este suceso, y en ella giran los personajes del padre, de la madre y del hijo, como en Ceremonia por un teniente abandonado" , señala Valdés.

Carta de amor. Como un suplicio chino prosigue tras esta última actuación su gira nacional, después de haber pisado los escenarios de Valencia, Sevilla, Granada, o Alicante, Valdés y el equipo de la obra estarán en Santander, en Bilbao y en las cercanías de Madrid como Arnedo o Valdepeñas.

Y después del verano, comienza la gira internacional: "En otoño iremos a París, y también me gustaría ir a Miami y a Nueva York, donde nos la han pedido, pero no habíamos podido ir hasta ahora por la amenaza de guerra".