Un absurdo triunfalismo invadió ayer los tendidos de la plaza de toros de Huesca en la segunda de la feria de La Albahaca.

El palco, presidido por Carolina Chaves, asesorada por Lourdes Mozota y el veterinario Fernando Carrasco se liaron la manta a la cabeza y convirtieron la primera mitad del larguísimo espectáculo en una tómbola en la que Castella (tres orejas) se llevó el premio gordo y la serie, Padilla (dos), el décimo y López Simón (una), la pedrea. Conscientes del ridículo, enmendaron en la segunda mitad y refrenaron el pañueleo aunque el asiento ya había quedado en las páginas de la historia taurina -y no-- de la ciudad.

Cierto que dicen que este el espectáculo más democrático, en el que el cliente manda, pero lo de ayer resultó de todo punto bochornoso. Claro que el toreo también presume de tolerancia y libertades. Ayer, por ejemplo, y al lado del palco presidencial, estaba el alcalde Luis Felipe (PSOE) del que se dice que va a misa y además es aficionado taurino pero que gobierna con los que hoy estarán en la mani antitaurina (a las 16.30 desde la plaza Santo Domingo con el lema Por el fin de la barbarie). Pues eso.

PADILLA, ÍDOLO / Técnicamente la corrida de La Palmosilla fue una escalera en cuanto a presentación, fue despachada en los jacos con un solo puyazo (tal que no existió la suerte de varas o así), adoleció de espíritu atacante pero todo ello lo tapó con una movilidad engañabobos que cameló a una plaza todavía convaleciente del día del patrón.

Desde que apareció por el patio de cuadrillas hasta que abandonó el coso, los gritos de «Padilla, Padilla» fueron la banda sonora en la solanera. Igual daba ilustrar el toreo de granel en el que abrió plaza que cuando sudó tinta para persuadir al manso cuarto de su acusada tendencia a tablas. Qué más da. Padilla, maravilla.

López Simon, el tercero de la terna, fue ayer el hombre invisible, un ser sin identidad. Lineal y sin conexión con el público le dio fiesta al repetidor tercero (el único que humilló) aunque sin la ambición que se esperaba en él y peleó con el más ofensivo y descompuesto sexto al que trasteó, espeso y amontonado sobre la mano derecha sin quizá un objetivo cierto.

SIN ALMA NI SENTIMIENTO / Entre tanto, Castella ganó a los puntos en dos faenas abundantes en cantidad pero ayunas de alma y sentimiento. Todo mecánico, lleno de automatismos y sin margen para la sorpresa de la inspiración. Y claro, se les hizo de noche. Abandonaron el coso en hombros cuando el reloj marcaba más allá de las 21.00 horas.

Hoy saltarán al ruedo Enrique Ponce, Antonio Ferrera y Miguel Ángel Perera, que lidiarán reses de Buenavista.