El Festival ProyectAragón, generosamente coordinado por Vicky Calavia, ofreció el pasado fin de semana dos de sus platos fuertes, cuyo contraste me llamó la atención.

Por un lado, se proyectaba Una de zombis, la primera película de Miguel Angel Lamata, del año 2004. Por otro, Culpable para un delito, de José Antonio Duce, del año 1966. Dos trabajos de realizadores aragoneses separados en el tiempo pero unidos por una voluntad de género y por la utilización de Zaragoza como escenario.

Para comentarlas por orden cronológico comenzaré diciendo que Culpable para un delito asombra precisamente por su cronología. El guión de Duce y Emilio Alfaro se adelantaba al nacimiento de la novela policíaca española, mérito que recaería en Francisco García Pavón y en su detective, Tomás González, alias Plinio, a finales de los sesenta. Con posterioridad, por tanto, a que Julián Muro, Pedro Fernández Boado y la productora Moncayo Films hubiera decidido apostar por un noir español, en la estela del cine negro americano, con elementos propios. Tuve la suerte de ver el pase con Pedro Fernández Boado, cuyo anecdotario es tan rico como su memoria. Cómo contrataron a los actores extranjeros, cómo utilizaron sus propios coches, cómo siguieron invirtiendo en aquellas heroicas películas en una época en que no había apenas distribución... Muy digna, argumentalmente en pie, con una Zaragoza que tiene Metro y puerto de mar, Culpable para un delito debe verse hoy con ojos patrimoniales y admirativos hacia aquellos locos pioneros que hicieron cine cuando parecía imposible.

Una de zombis, de Miguel Ángel Lamata, sigue seduciéndonos hoy por lo que de original tiene el tratamiento hacia un subgénero de terror de carácter universal. Los zombis de Lamata son entes de entre mundos que tanto habitan en su sangrienta eternidad como retornan a la realidad terrenal para intentar emular a los humanos y enamorarse tan desesperadamente como en la mítica última escena, rodada en un paseo de Independencia que el por entonces alcalde zaragozano, José Atarés, dispuso cortar para el rodaje porque creía en el director. Lo cual no es difícil; basta ver sus films.

En primavera, Lamata, culpable, como Duce, del delito de filmar películas visionarias, volverá a rodar en Zaragoza. Una gran noticia, en forma de bucle.