El jurado popular ha declarado hoy culpable de asesinato a la pareja acusada de asfixiar a su hija de 28 días con una bola de papel higiénico de 4,5 por 2 centímetros que le obstruyó las vías respiratorias. En su veredicto, el jurado ha corroborado el relato de los hechos mantenido por el fiscal y ha considerado culpable a Rubén C.O. de un delito de asesinato con alevosía, como autor material de la muerte ocurrida en la madrugada del 31 de agosto de 2009, y a su pareja Esther S.D. de homicidio por omisión. El jurado ha considerado probado que la recién nacida murió poco después de las seis de la madrugada y que los acusados estuvieron con el bebé muerto durante media hora, hasta que a las 6,45 horas hicieron una llamada al servicio de emergencias sanitarias simulando que seguía viva, como una manera de exculparse. Tras el veredicto, el fiscal ha mantenido su petición de 20 años de cárcel para Rubén y de 13 para Esther, con la petición expresa de que el acusado siga en la situación de prisión provisional en que se encuentra. Aunque la Fiscalía había admitido una posible condena alternativa para la mujer de cuatro años de cárcel, en lugar de trece, por un delito de homicidio por imprudencia y no por omisión, el jurado finalmente se ha inclinado por la posibilidad más dura y ha considerado que la mujer tuvo conocimiento de la muerte de su hija y no hizo nada. El abogado de la pareja, José Estanislao López Gutiérrez, ha informado a Efe de que ha pedido una condena mínima dentro de la franja prevista, que sería de 15 y 10 años de cárcel respectivamente, y ha anunciado que va a recurrir la sentencia que en los próximos días emitirá el magistrado que ha presidido la vista. En su declaración, el acusado aseguró que todo ocurrió "en milésimas de segundo" y que actuó "torpemente" al colocar un trozo de papel higiénico empapado en alcohol en una herida que el bebé tenía en el labio. Los forenses, sin embargo, declararon que la bola de papel higiénico tenía un tamaño mayor que toda la boca de la pequeña y fue presionada hacia dentro de la tráquea, por lo que es imposible que el propio bebé la succionase.