Francia se quedó sin su tercer título en casa. La gloria se le escapó en la prórroga a un anfitrión que acabó sucumbiendo ante el enorme corazón de una admirable Portugal, que supo sobreponerse a todas las desgracias para acabar logrando el título en la prórroga (1-0). Éder, un portugués nacido en Guinea que juega en la Liga francesa, protagonizó el primer éxito internacional de la historia portuguesa. Cristiano apenas duró 24 minutos en el campo. Lesionado en la rodilla, obligado a abandonar el terreno de juego medio cojo y con lágrimas en los ojos, acabó ejerciendo de entrenador junto a Fernando Santos en un desenlace histórico.

Pensaba Francia que ya tenía el trabajo hecho después de tumbar a Alemania en las semifinales pero acabó pasándole como a Portugal en el 2004. Vivió un drama en casa. Pocos esperaban un final así. La selección que pasó la fase de grupos con tres empates acabó llevándose el título después de tres prórrogas: en octavos, en cuartos y en la final, ganando solo un partido, el de las semifinales frente a Gales, en los primeros 90 minutos.

CAMBIO DE ESTILO La final de Saint Denis fue el remate ideal para un torneo marcado por el fútbol rácano. Mucha intensidad, máxima tensión y poquísimo talento. Nada que ver con la excelencia de la España de Luis Aragonés del 2008 o la Roja que arrolló a Italia en Kiev en la final del 2012. El cambio ya es una realidad. Solo Alemania despliega un juego comparable al de la mejor España. El exazulgrana Xavi depositó el trofeo antes del partido y Cristiano lo alzó como nuevo campeón. Las lágrimas fueron para Francia, empezando por Griezmann, caído en la Champions y en la final de la Eurocopa en casa.

Portugal es la nueva reina de Europa después de ganar solo uno de los siete partidos disputados al final de los 90 minutos: la semifinal ante Gales. En el resto se movió al filo del alambre, flirteó con el desastre pero acabó llevándose la gloria, el premio al esfuerzo y la unión del grupo comandado por el veterano técnico Fernando Santos.

Puede que el castigo fuera injusto para Francia, que fue mejor en muchas fases del partido, pero le faltó fortuna y valentía. Deschamps no arriesgó demasiado. Portugal jamás se amilanó y encontró el premio en su ecosistema favorito, esas prórrogas que han llenado de felicidad a un país entregado. Nadie habría imaginado eso viendo el inicio, en el que el campeón no dio ni tres pases seguidos. Francia, liderada por un Sissoko soberbio, gobernó el comienzo con una autoridad aplastante, solo alterada por un tiro de Nani (m. 4). Griezmann acarició el gol en un cabezazo desviado por Lloris (m. 9) justo antes de la entrada de Payet a Cristiano, que intentó seguir de todas las maneras posibles. Fue imposible.

PALOS Y PORTEROS Lejos de hundirse, la ausencia de su referente envalentonó a Portugal. Entró Quaresma, Renato se ubicó en el centro y el conjunto luso equilibró las cosas. El tesón y el orden portugués se midieron con la potencia y el músculo francés, aderezado por detalles de Griezmann y Payet, bien controlados por un Pepe que estuvo sensacional.

Sin goles y con bostezos de Figo en la grada se alcanzó el descanso. El conjunto luso se olvidó del ataque y Griezmann volvió a tener el título en su cabeza (m. 65). Le faltó fortuna en el remate al Principito antes de que Rui Patricio se agigantara en una acción de Giroud. Lloris devolvió el golpe con un gran parada en un centro de Nani.

La incertidumbre aumentaba y se llegó a la prórroga tras un poste de Gignac en el minuto 90. El ariete del Tigres de México pudo cambiar el signo de la final antes del tiempo extra. Ahí solo existió Portugal, que ha estado en tres de las cinco prórrogas de esta larga Eurocopa. Éder estuvo a punto de marcar en un córner (m. 104) y Guerreiro (m. 107) envió una preciosa falta al larguero en plena avalancha de los portugueses. Ese arreón lo culminó Eder, el delantero del Lille que sustituyó a Renato. Su derechazo (m. 109) condujo a Portugal al cielo, mientras Cristiano Ronaldo se dejaba el alma gritando desde el banquillo.