El caos se apoderó ayer de Kerbala. La resistencia eligió, para ejecutar su golpe más audaz y sangriento desde la captura de Sadam Husein, esta ciudad santa shií, en la que atacó simultáneamente sobre las 14.30 (hora local) cinco objetivos: dos cuarteles de las fuerzas de ocupación, la universidad, un cuartel de la policía y la sede del gobernador. El balance final fue de, al menos, 13 muertos --siete iraquís, cuatro soldados búlgaros y dos tailandeses-- y más de un centenar de heridos.

"Kerbala es una ciudad tranquila", decía ayer un agente de la policía local. Así era hasta que cuatro coches bomba conducidos por suicidas explotaron casi simultáneamente, al tiempo que otros objetivos fueron atacados con granadas y morteros. Algunos testigos afirmaron que uno de los vehículos era un camión cisterna. Según declaró a la prensa polaca el general Andrzej Tyszkiewicz, comandante de las tropas de ocupación de la zona centro de Irak, donde también se hallan las españolas, el ataque fue "cuidadosamente planeado y coordinado".

Los objetivos del ataque con coches bomba fueron la base búlgara, la polaca, la universidad --donde se encuentra la mayor base militar-- y una comisaría. La sede del gobernador, Akram al Yaseri, que resultó herido, fue atacada con morteros y granadas. Y podría haber sido peor. "Los vehículos cargados con explosivos no llegaron hasta los objetivos previstos porque los terroristas fueron abatidos a tiros en los puestos de control", dijo Tyszkiewicz.