Desde finales del pasado mes de febrero, como consecuencia de la subida del nivel freático fruto de la crecida del río Ebro que embalsó parte del parque del Tío Jorge, este pulmón verde de El Rabal ha sufrido las consecuencias de la misma, que unido a rachas de viento fuerte y al estado del arbolado, han ocasionado daños que han obligado a intervenir con rapidez. Como consecuencia de la presencia de bolsas de agua en el subsuelo, se han producido afecciones en las raíces del arbolado, afectando especialmente a los árboles de gran porte, que ha supuesto la caída de cerca de 20 ejemplares, afortunadamente sin consecuencias graves en personas o mobiliario urbano, informan desde la Asociación de Vecinos Tío Jorge-Arrabal.

Esta situación ha obligado a realizar talas selectivas de algunos árboles que implicaban riesgo de caída, para evitar males mayores sobre la población. Y todo ello ha ocasionado un aumento de la deforestación del parque del Tío Jorge que ha aumentado el ya existente: "Solo en los dos últimos años más de 60 árboles se han retirado del parque, y pese a que se repusieron en número similar, no se ha conseguido que todos siguiesen vivos", añaden.

Desde la Asociación de Vecinos Tío Jorge Arrabal indican que "es imprescindible continuar con repoblaciones de árboles y césped, así como mejorar zonas de sombra y realizar mejoras integrales en el parque".

RETIRADA DE NIDOS

Otro de los peligros del parque estriba en el riesgo de los grandes y voluminosos nidos de las cotorras argentinas, especie avícola invasora que puebla el parque con nidos de gran porte que dañan los árboles y suponen un peligro para los que por allí transitan.

De esta forma, el pasado 6 de abril se vivió en el parque una situación peculiar. El obelisco arquitectónico del Tío Jorge, que en su parte superior aparece coronado por una estructura de hierro artística, estaba plagado de nidos en el interior de dicha estructura, poniendo en peligro la obra, situación que aumentó al comenzar a instalarse cigüeñas en este lugar.

Ante el riesgo de caída de esta estructura, la misma fue retirada por los bomberos, bajo el control del área de Medio Ambiente, para evitar daños en las personas y en la zona monumental. Dicha retirada se realizó con un gran esfuerzo técnico del cuerpo de bomberos, ya que la espectacular nidificación pesaba cerca de 500 kilos, obligando a realizar una gran tarea para retirarlos y evitar el consiguiente riesgo en la población.