El PSOE y Ciudadanos han optado, cada uno a su manera, por no hacer sangre con las declaraciones de Correa y el inaudito argumentario pepero, según el cual la cúpula del partido más serio, preparado y eficiente de España no se enteró de que el gürteliano y el entonces amo de Génova, Bárcenas, cobraban comisiones a las grandes constructoras por conseguirles adjudicaciones de los mismísimos ministerios. Pero es que los socialistas ya no son apenas nada y los de C’s, nada en absoluto. España se ha convertido en una enorme contrata que será otorgada al que pague la mordida. Todo legal, si puede ser. El Bigotes y Camps fueron unos aficionados. Parecían sociatas, tú.

Lo cual deja en manos de Podemos la ardua tarea de construir una alternativa que antes de viable ha de ser creíble. Ahí es donde vienen patinando los de Iglesias. Porque Pablo el Coletas y su escudero Echenique se empeñan en seducir a la gente con una retórica ya muy manida sobre bondades y maldades definitivas, sin ofrecer una imagen concreta de la España que ha de construirse y de cómo se construirá.

Podemos ha de explicar de qué manera reformará la Administración para hacerla más eficiente, y el sistema fiscal para hacerlo más progresivo... O mediante qué procedimientos negociará con las instituciones europeas para no correr la trágica suerte de Syriza... O cuál es su propuesta (además del derecho a decidir) para fraguar una nueva España e impedir que este país se convierta en un maremágnum centrífugo. Igualmente habrá de demostrar que dispone o puede disponer de las cuatro mil o cinco mil personas cualificadas que se precisan (mínimo) para poner en marcha un Gobierno central. Sólo así y con un discurso inteligente, sin aspavientos ni exhibicionismos, consolidarán su electorado natural (clases medias ilustradas) y ampliarán la clientela.

Si entra en juego (que no en Juego de Tronos), Podemos tendrá que madurar de una vez. Para empezar debe tratar con guante blanco y ganarse al votante socialista noqueado por el golpe interno. Casi nada. H