La historia bélica reciente está llena de nombres geográficos detrás de los que se esconde la tragedia de unos civiles atrapados por una maquinaria infernal. A los de Srebrenica o Sarajevo cabe añadir ahora el de Alepo, la ciudad siria que ejemplifica lo que es una guerra civil. Ayer un nuevo icono se sumó a esta conmoción, el vídeo de Omran, el niño de cinco años superviviente de un bombardeo. La mayor ciudad de Siria --más que la capital, Damasco--, antigua e históricamente punto de encuentro de rutas comerciales entre el Mediterráneo y el Éufrates, es hoy, una urbe destruida y dividida, donde los habitantes que quedan en ella sufren todo tipo de privaciones, en particular sanitarias y médicas, penalidades convertidas en un arma de guerra.

Durante el conflicto armado, la ciudad ha quedado dividida en dos. Una parte, el oeste, está controlada por el Ejército de Bashar el Asad y las fuerzas afines. La otra, el este, por un conglomerado de formaciones rebeldes, entre las que hay grupos yihadistas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), Siria es ahora el país más peligroso del mundo para los profesionales sanitarios. La ONU contabilizó en julio 44 ataques a infraestructuras sanitarias. Todos los hospitales de Alepo han sufrido entre dos y tres bombardeos en las últimas semanas, y los que se han llevado la peor parte son los situados en la zona controlada por los rebeldes, donde solo quedan 35 médicos para atender a 250.000 personas, mientras los hospitales reciben más de 50 heridos por día. Las historias que salen de aquel infierno coinciden en señalar la decidida voluntad del Gobierno sirio de atacar los servicios médicos y sanitarios en las zonas rebeldes para desmoralizar a la población y lograr que tanto los civiles como los combatientes abandonen el territorio.

Todo ello ocurre con la ayuda de Rusia y de Irán al régimen de Asad, y con el apoyo tácito de EEUU, que ve un peligro en la presencia de yihadistas entre los rebeldes. En sus inicios, la guerra de Siria nunca fue un enfrentamiento entre el régimen y el yihadismo. Eso ha venido después. Lo que hubo hace cinco años fueron unos rebeldes hastiados de una cruel y larga dictadura dinástica a la que quisieron poner fin. La inacción y la permisividad occidental (EEUU y la UE) dejaron el campo libre a la intervención de Rusia, país que es quien marca la agenda en Siria. La marca sobre el terreno y la marca en el Consejo de Seguridad de la ONU.